Muy pocos confiaban en él. El recelo de la izquierda por ser ‘el elegido’ de Franco y las dudas de gran parte de la derecha por sus ansias de Democracia le valieron el apodo de ‘El breve’ entre la sociedad
La Guerra Civil desangraba España cuando María de las Mercedes de Borbón y Orleáns alumbraba a Juan Carlos Alfonso Víctor María de Todos los Santos. Corría el 5 de enero de 1938 en Roma. Era el primogénito varón, sí, pero ni era hijo de reyes ni estaba destinado a ser rey. Fue tres años después cuando la renuncia de sus tíos llevó a su abuelo, el rey Alfonso XIII, a abdicar en su padre, el infante don Juan. Francisco Franco cambio la Historia y convirtió al pequeño ‘Juanito’ en el heredero de la corona española.
Aunque pasó su infancia entre Italia, Suiza y Portugal, la sucesión estaba en mente de todos, especialmente en la del dictador. Por ello quiso reunirse con Don Juan y sentar las bases para la educación del futuro Rey. En agosto de 1948 se acordó que se educara en España y en menos de tres meses ‘Juanito’ dejaba Portugal y pisaba por primera vez ‘su tierra’. Tal y como habían planeado Franco y su padre, el Monarca entró en la Academia General Militar de Zaragoza en 1955 y continuó su formación castrense en la del Aire en Murcia. Dos años más tarde era oficial de los tres Ejércitos. La siguiente parada fue la Universidad: Derecho, Economía, Política y Filosofía, en Madrid y San Lorenzo de El Escorial.
A pesar de tener una agenda medida al milímetro, Don Juan Carlos también tenía tiempo para el ocio y el género femenino. Gran aficionado a los deportes, especialmente al esquí y la vela, llegó a competir en 1972 en los Juegos Olímpicos de Múnich representando a España en la modalidad de balandrismo. Con respecto a las mujeres, antes de comprometerse con Doña Sofía, mantuvo una relación con la princesa María Gabriela de Saboya. Pero había un problema: Franco no la veía como una la futura Reina de España. Ese papel le correspondió a la princesa Sofía de Grecia con la que casó en Atenas por el rito ortodoxo el 14 de mayo de 1962.
Todo parecía seguir el guión establecido hasta que la boda de Carmen Martínez-Bordiú —nieta del general— y Alfonso de Borbón y Dampierre puso en riesgo su futuro como rey, a pesar de haber sido nombrado sucesor el 22 de julio del 69. Finalmente, Franco mantuvo su posición a pesar de la opinión de su mujer, Carmen Polo. También su nombramiento le trajo una serie de desavenencias con su padre, Don Juan, quien tardó en aceptar que nunca ocuparía el trono de España.
Lejos de afectarle, decidió acercarse a la gente y recorrer los parajes de España junto a la entonces princesa Sofía. Los reyes rompieron con la imagen de soberbia y prepotencia asociada anteriormente a las Monarquías españolas. Para ese momento, ya disfrutaba de sus tres hijos: Elena (1963) y Cristina (1965) y Felipe (1968).
Y llegó el 22 de noviembre de 1975. Hacía dos días que Francisco Franco había muerto y Don Juan Carlos se disponía a hacer su juramento y recalcar que iba a ser «el rey de todos los españoles». Se abría una nueva etapa en su vida que nada tendría que envidiar a la anterior, en lo que a complicaciones y obstáculos se refiere. Hay que recordar que había sido puesto por Franco, algo que de por sí hacía recelar a la izquierda, y que sus planes para instaurar una Democracia no eran del agrado de muchos de la derecha. Por todo ello, fue apodado por la sociedad española Juan Carlos I, ‘El Breve’; 39 años de brevedad.
El indulto general, concedido en 1975, y la Ley de la Reforma Política (1976) fueron los primeros pasos de Don Juan Carlos hacia su principal objetivo: la democracia española. La elección del joven Adolfo Suárez como presidente de Gobierno en 1976, tras la dimisión de Arias Navarro, fue una apuesta personal y una decisión muy cuestionada, que muchos tacharon de error en ese momento.
Los planes del Monarca continuaron con la amnistía concedida por el Real Decreto del 27 de marzo de 1977, la legalización del PCE —decisión tomada por Suárez de la que el Soberano estaba informado— y las primeras elecciones democráticas en España, celebradas el 15 de junio de 1977. España y su Transición caminaban.
Uno de los momentos más duros de la vida de Don Juan Carlos fue la visita a Guernica (País Vasco), dos semanas antes del 23-F. El boicot realizado por unas decenas de electos de la coalición ‘abertzale’ Herri Batasuna durante su discurso fue aplacado por el aplauso del resto de asistentes a la serena actitud del Soberano y a sus palabras. En ellas aseguraba: «Fe en la democracia y confianza en el pueblo vasco». No se puede olvidar que el Rey ha estado siempre en el punto de mira de la banda terrorista ETA, en 1974 lo intentó secuestrar y en 1995 un comando etarra estuvo cerca de alcanzar al Monarca durante sus vacaciones en Palma de Mallorca.
A pesar de las informaciones y rumores surgidos recientemente, no se puede obviar que la actuación de Don Juan Carlos en el intento de Golpe de Estado perpetrado el 23 de febrero de 1981, marcó un antes y un después en la imagen que los españoles tenían del Monarca en aquel momento. Se ganó el respeto y la admiración con su intervención televisiva, donde ordenó la deposición de las armas y la retirada de los golpistas. La totalidad de los medios de comunicación españoles y la gran mayoría de los extranjeros ensalzaron la actitud del Rey en defensa de la democracia española.
Con el cambio de Gobierno en 1982 muchos monárquicos temieron por la continuidad del reinado de Juan Carlos I. Sin embargo, Felipe González ya había acabado en Suresnes con el marxismo en el PSOE, propugnaba un cambio tranquilo y pronto se revelaría como un ferviente ‘juancarlista’ o republicano racional, con un Jefe de Estado respetado como elemento estabilizador. Además de su trabajo durante la Transición, hay que destacar su labor diplomática tanto dentro como fuera de nuestras fronteras a lo largo de estas décadas. A destacar, el impulso en las relaciones con Latinoamérica, Oriente Próximo y el Norte de África.
Han sido décadas de muchos obstáculos y dificultades, pero los peores años del Monarca en particular y de la Familia Real en general han sido estos últimos. A la cabeza, los problemas de su yerno Iñaki Urdangarin, imputado por presunta corrupción por el llamado Caso Nóos, y las dudas sobre la actuación de su hija, la infanta Cristina. Le sigue su inoportuna cacería en Botsuana, donde se rompió la cadera y salió a la luz que la princesa alemana Corinna zu Sayn-Wittgenstein estaba con él.
Cierto es que la imagen de la Monarquía ha tocado mínimos históricos, pero pocos esperaban que este 2 junio de 2014, el Rey decidiera poner fin a su reinado. «Una generación más joven merece pasar a primera línea» ha sentenciado. Don Juan Carlos deja paso así a su hijo que asegura «encarna la estabilidad». Ha destacado que tiene «la madurez, la preparación y el sentido de la responsabilidad necesarios para asumir con plenas garantías la Jefatura del Estado» y, además, «abrir una nueva etapa de esperanza en la que se combinen la experiencia adquirida y el impulso de una nueva generación». El año 40 lo escribirá Felipe.
Fuente: El mundo.es
Maria Jesús hernández