La participación de Andrés Manuel López Obrador en la Cumbre de líderes sobre el Clima ha transcurrido sin sorpresas. Como ya había anunciado esta semana, el presidente de México centró su mensaje en la promoción del programa Sembrando Vida, uno de los ejes de su política social y de sus principales propuestas para resolver la crisis migratoria en Centroamérica. “Probablemente sea el proyecto de reforestación más grande del mundo”, dijo este jueves el mandatario, que instó a Joe Biden, su homólogo estadounidense, a dar visas de trabajo y financiar la estrategia en Honduras, Guatemala y El Salvador. En la intervención del jefe de Estado del país latinoamericano con más emisiones de efecto invernadero no hubo compromisos concretos de reducción de gases contaminantes ni nuevas metas a futuro sobre desarrollo sostenible, sino un exhorto para convertir la lucha contra el cambio climático en una solución a las causas estructurales de la migración.
López Obrador arrancó su exposición hablando sobre el petróleo. El presidente comentó que el país había descubierto tres importantes yacimientos de hidrocarburos, pero dijo que su aprovechamiento se iba a destinar exclusivamente a cubrir la demanda de combustibles del mercado interno. El razonamiento del mandatario, que ha tomado la soberanía energética como una de sus principales banderas políticas, es que si México apunta a la autosuficiencia y no compra a otros países contribuirá a combatir el calentamiento global. Las medidas que el presidente ha impulsado con el pretexto de no depender en el exterior han sido duramente criticadas por sus efectos sobre el medioambiente, como la construcción de refinerías y una serie de reformas que socavan las energías limpias, en manos de empresas privadas y extranjeras, para apuntalar el papel del Estado. “Necesitamos aceptar que la era de los combustibles fósiles ha acabado”, dijo en un mensaje grabado Xiye Bastida, una activista nacida en México de 19 años, que participa también en la cumbre.
Las energías renovables quedaron prácticamente fuera de su discurso. López Obrador aseguró que su Gobierno estaba modernizando las plantas hidroeléctricas para reducir el uso de combustóleo y carbón en la producción de electricidad, aunque en los hechos ha buscado apuntalar a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la empresa estatal en el sector, que centra la generación en carbón e hidrocarburos. Alrededor del 60% de la electricidad en México se genera con gas natural importado desde Estados Unidos, mientras que el carbón no rebasa el 10%, pero es la tercera fuente más importante. Las hidroeléctricas, por lo tanto, están lejos de poder cubrir las necesidades de la población en un horizonte realista.
El grueso de la intervención se centró en Sembrando vida, un programa que desde que López Obrador llegó al poder en diciembre de 2018 ha plantado alrededor de un millón de árboles frutales y maderables. El programa ha dado apoyos de 5.000 pesos mensuales (250 dólares) a unos 450.000 campesinos que han optado por repoblar sus terrenos. La idea es que se pueda dar oportunidades productivas a la población rural por medio de la reforestación. La propuesta, sin embargo, ha sido criticada por ambientalistas por provocar el efecto contrario: la deforestación de las selvas y la introducción de especies que son ajenas a los ecosistemas locales, pero más redituables. El World Resources Institute, que tiene un acuerdo con el Gobierno para medir el impacto del programa, publicó en 2019 que con el programa se habían deforestado 73.000 hectáreas.
La Administración de López Obrador, que destina 29.000 millones de pesos a Sembrando vida cada año, se ha propuesto impulsar el programa en Centroamérica para evitar que cada vez más personas decidan migrar hacia Estados Unidos. En junio de 2019 entregó 30 millones de dólares al Gobierno de Nayib Bukele en El Salvador. Un año después, una investigación del portal Animal Político reveló que el programa no estaba operando en el istmo centroamericano y que el dinero no había llegado a sus destinatarios. La intención de México es que Washington destine 4.000 millones de dólares para impulsar el programa en la región, aunque los recursos son por ahora solo una promesa de la Casa Blanca y no han sido aprobados por el Congreso.
“El fenómeno migratorio no se resuelve con medidas coercitivas sino con justicia y bienestar”, dijo López Obrador, durante la cumbre que se lleva a cabo de forma virtual. El exhorto de México es que EE UU contemple también en un primer tramo visas de trabajo temporales y que después se evalúe la posibilidad de dar la residencia o la doble nacionalidad a los participantes centroamericanos. “Con migrantes, esos seres excepcionales, se han hecho las grandes naciones”, agregó el mandatario. La migración ha sido un problema en la llamada “luna de miel” de Biden, que asumió la presidencia en enero pasado, con cifras récord de migrantes en su frontera sur. En marzo se registraron más de 171.000 migrantes, el número más alto en 15 años.
Un día antes, representantes de la Casa Blanca descartaron que Biden aceptara el trato propuesto por López Obrador y se mostraron sorprendidos de que el presidente mexicano buscara introducir el tema migratorio en la cumbre de este jueves y viernes, en la que participan más de 40 jefes de Estado y de Gobierno. “Esta no es una conversación sobre migración, sino una conversación sobre cambio climático”, dijo un alto funcionario estadounidense sobre la propuesta que el mandatario mexicano adelantó el domingo en redes sociales. “Para nosotros, la agenda del clima debe ser considerada por sí misma, por sus propios méritos y cómo avanzar en ella”, agregó.
Pese a los comentarios desde Washington, el Gobierno mexicano se apegó a su discurso y no entró en exponer medidas medioambientales concretas, uno de los puntos más flacos de esta Administración. López Obrador sigue firme en su apuesta de fortalecer a la CFE y a la paraestatal Petróleos Mexicanos, construir refinerías, impulsar el megaproyecto del Tren Maya y cerrar la puerta a las energías limpias. La incógnita es si tiene un plan contra el cambio climático acorde a los compromisos internacionales del país, una de las mayores preocupaciones de las generaciones más jóvenes. Su intervención en la cumbre no disipó esas dudas.
EL PAÍS POR patricia villegas