Una de las características más preponderantes de los populistas que se identifican con los aires de izquierda que pretenden arropar América Latina es el ataque frontal a la prensa y los periodistas independientes, sobre todo y especialmente cuando los critican y les señalan sus faltas. Andrés Manuel López Obrador es un buen ejemplo de ello y sus arremetidas se suman a una terrible realidad que viven los reporteros en México.
La ola de asesinatos de periodistas mexicanos tiene años llamando la atención de organizaciones no gubernamentales, la prensa libre continental y hasta gobiernos que sí entienden el papel del periodismo en una sociedad democrática. En los tres años y dos meses de gobierno de López Obrador ya grupos de delincuentes y narcotraficantes han matado a 43 periodistas en diferentes estados y 15 están desaparecidos. Si se hace una breve comparación, se podrá ver la dimensión del problema bajo la actual presidencia; durante los 6 años completos de gestión de Enrique Peña Nieto murieron violentamente 47 reporteros; bajo la de Felipe Calderón 48. Ya el actual rompió con creces el récord y parece no importarle, sino echarle más leña al fuego.
López Obrador tiene una pelea cazada con varios periodistas que se han dado a la tarea de hacer su trabajo a través de la denuncia de los lujos y el supuesto conflicto de intereses en el que ha incurrido el hijo mayor del presidente mexicano, José Ramón López Beltrán. Lo señalan, con pruebas en la mano, de haber vivido un año en una mansión de 1 millón de dólares en Houston, propiedad de uno de los dueños de una empresa que tiene contratos con la estatal Pemex. Además, de llevar una vida de lujos en la ciudad estadounidense y de trabajar para una firma que también está relacionada con el gobierno de su padre.
El periodista que ha sacado la información, Carlos Loret de Mola, con amplia experiencia en varios medios y colaborador de The Washington Post en español, ha recibido el ataque frontal del presidente de México, al igual que otros colegas que se han dado a la tarea de profundizar sobre el tema. El argumento con el que López Obrador defiende a su hijo es que se casó con una persona que al parecer tiene mucho dinero, y por eso su estilo de vida no se parece en nada con la austeridad que él predica para sí mismo.
Pero lo grave de estos ataques es que han llevado al presidente al abuso de poder, a exponer la vida privada (los sueldos y los contratos) de Loret de Mola públicamente y a exigir a oficinas de su gobierno que lo investiguen directamente. Esto lo que hace es servir en bandeja de plata a un periodista independiente en un país en el que son perseguidos y asesinados vilmente sin que las autoridades hagan nada al respecto.
Pero por estos lados del continente esas historias tienen resonancia, sobre todo porque en Venezuela hay muchos casos de reporteros, fotógrafos, editores que han sido encarcelados y torturados. Ni hablar de medios amenazados, robados y cerrados, como El Nacional. La prensa independiente es el principal enemigo de los gobernantes que se engolosinan con el poder y que asumen la presidencia como si fueran los dueños de su propia hacienda. Olvidan por completo que son meros servidores y que deben trabajar en beneficio de los pueblos y no de sus propios bolsillos.
No hay que perder de vista la historia de López Obrador con los periodistas, porque México está en deuda con estos servidores sociales que, sobre todo en este país, arriesgan su vida para cumplir con el sagrado deber de decir la verdad.
Editorial de El Nacional
