Al final, los militantes del Partido Conservador del Reino Unido votaron por Liz Truss para suceder a Boris Johnson en el número 10 de Downing Street, la residencia oficial del primer ministro. Aunque ha dicho que le molestan las comparaciones con Margaret Thatcher, es inevitable, pues es la tercera mujer en ocupar este cargo; sin embargo, se enfrentará a lo que los analistas llaman un huracán, pues va a necesitar más que mano de hierro para sortear el temporal económico que atraviesa su país.
Se desempeñó hasta ayer como secretaria de Relaciones Exteriores del gobierno de Johnson, pero también ha ejercido otros cargos desde que fue elegida diputada de los conservadores. Tiene 47 años, 2 hijas adolescentes, está casada desde hace 22 y hasta ha protagonizado su propio escándalo de infidelidad, pero a todo ha sobrevivido como si nada. Lo que llama a muchos la atención es que a veces su comportamiento político puede percibirse como oscilante.
Para comenzar, viene de una familia de izquierdistas; su mamá la llevaba a marchas en contra de Margaret Thatcher. Al principio de su vida como estudiante de Oxford siguió la línea de sus padres en cuanto a política, pero de buenas a primeras comenzó a militar en la organización de la Dama de Hierro. Su padre solo se enteró del salto que dio al Partido Conservador cuando recibió una carta en el correo de la casa paterna y dicen que se disgustó mucho. Fue su primer salto de talanquera, como se diría en criollo, algo que parece que la caracteriza.
Por ejemplo, fue fiel partidaria de la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Hizo campaña en contra del Brexit mientras era diputada tory, pero cuando los británicos votaron por la salida, pasó a promover a capa y espada los beneficios de la medida. Es por eso que se percibe como de posiciones oportunistas. Sin embargo, lo que se propone para sacar al Reino Unido de una de las peores crisis inflacionarias y energéticas de su historia son medidas de mano dura. Muchos analistas no le auguran éxito.
Pretende bajar los impuestos, incluso los que había dejado listos su antecesor. Además, insiste en la necesidad de disminuir el gasto público, por ejemplo, en lo que se refiere al sector salud. Considera seriamente aplicar la política de menos subsidios y más recortes de impuestos. Su competidor, Rishi Sunak, actual secretario de Finanzas (que seguramente será cambiado) considera que este tipo de medidas no detendrá la debacle económica sino que más bien empeorará las condiciones de vida de los británicos.
Todo está por verse. Incluso Truss tiene además la desafiante tarea de gobernar con un partido realmente dividido. Pero como siempre, hay que darle al menos el beneficio de la duda. Por lo pronto, deberá formar gabinete y asegura que comenzará a tomar medidas la semana que viene.
Editorial de El Nacional