El Director de la Escuela de Comunicación Social de la UCV asegura que hay una “separación inmensa” entre el periodismo ciudadano y el ejercicio profesional. Considera que “tener tantos medios públicos al servicio del gobierno, y no del Estado, y tantos medios privados con intereses coincidentes y no contrapuestos a la perspectiva gubernamental, hace que la calidad del espacio comunicacional y de la información que uno recibe, se reduzca, porque son muchas las voces que se callan”
El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP) continúa presentando el ciclo de entrevistas con profesionales del área de la comunicación, como un aporte en el necesario esclarecimiento de conceptos, pero también para develar los intereses que se esconden detrás del Proyecto de Ley de la Comunicación Social.
“Rayma es periodista egresada de la UCV. No al silenciamiento de los medios”, se lee en una pancarta al ingresar a la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela, con 64 años de historia y 1.100 comunicadores en formación. Su director, Miguel Ángel Latouche, advierte que el país ha transitado “hacia formas primitivas de censura y hacia formas modernas de autocensura”. Aunque considera necesario actualizar el marco legal, el docente emplaza a resistir y confrontar desde las ideas este “embate antidemocrático” que enfrenta el periodismo venezolano, ante la pretensión de cambiar la Ley del ejercicio vigente.
—¿Es necesaria una modificación de la actual legislación?
—Yo creo que es lógico que las legislaciones se adecuen, se actualicen. En el mundo de la comunicación social han pasado cosas importantes que no están reguladas por vía de la legislación: la aparición de redes sociales, de grupos de opinión, el llamado «periodismo ciudadano». Esas cosas están allí y están en el ámbito comunicacional, son parte del espacio público comunicacional y no están contempladas dentro de la ley. Yo creo que hay una necesidad de algún tipo de regulación porque si los ciudadanos intentan hacer un ejercicio comunicacional, ¿bajo qué cánones lo hacen? ¿Bajo qué tipo de regulación o parámetros? Eso no está definido en la ley y creo que es una de las cosas sobre la base de las cuales habría que trabajar, habría que pensar una modificación de la ley.
—En los últimos años se ha hablado mucho sobre los «comunicadores populares»
—Hay que definir claramente cuál es la función del periodista o del comunicador social graduado en las escuelas de comunicación social y cuál es la labor que se hace desde el periodismo ciudadano. Ciertamente es inevitable, sobre todo desde el ámbito de las redes sociales, que los sujetos hagan algún ejercicio comunicacional. La gente está tomando fotografías, poniéndolas en Twitter, en Facebook, es decir, hay una información que se mueve, sobre todo en Venezuela, que es un país en el cual el involucramiento de la gente con las redes sociales se ha incrementado de manera realmente acelerada. Pero es evidente que un comunicador social, un periodista graduado en las escuelas, tiene una serie de herramientas, tiene un conocimiento acerca de los dilemas éticos, hay una serie de ejercicios de la profesión que se hacen en el proceso de formación, tiene claridad en términos de la necesidad de contrastar fuentes, de garantizar que la información que se transmite sea apropiada, correcta. ¡Hay una separación inmensa!
El ejercicio del periodismo ciudadano, como se le ha llamado, no es el ejercicio comunicacional informativo, que uno espera que se produzca en una sociedad civilizada. Por ejemplo: cualquiera puede curar heridas, pero eso no hace que esa persona sea un médico. Entonces, la definición de qué cosa va adónde, es crucial. Ese es uno de los problemas con la propuesta de ley que se presentó ante la Asamblea Nacional, en el sentido de que confunde el hecho cierto de que somos sujetos que nos comunicamos, que conversamos, que tenemos capacidad para hablar… pero no es cierto que todos tengamos una vocación comunicacional de carácter masivo, que todos tengamos la capacidad para hacer un ejercicio comunicacional masivo, porque esto requiere un conocimiento técnico y un conocimiento acerca de los elementos filosóficos del ejercicio comunicacional, y eso solamente se adquiere a través de un proceso de formación formal. Un problema de la ley es su intención desprofesionalizante, su intención de hacer equivalente a aquellos que han estudiado y se han formado en el ámbito de la comunicación social y aquello que hacen un ejercicio empírico de la comunicación social. Evidentemente son diferentes.
—Justamente uno de los puntos que toca el proyecto de ley es la agremiación obligatoria
—Esa es otra de las contradicciones. Venezuela es uno de los pocos países de América Latina que tienen agremiación obligatoria. Me parece que es un tema interesante para discutir, estudiemos la naturaleza del CNP y su funcionamiento. Eso es perfectamente válido en una sociedad democrática. Lo que yo creo que no es válido es intentar cambiar un Colegio por otro a trocha y mocha, a la fuerza. Es decir, como el CNP es incómodo, desde la perspectiva gubernamental, hagamos un Colegio diferente en el cual prevalezcan unos sujetos que no son profesionales de la comunicación social, pero que pudieran ser, y yo creo que esa es la intención, militantes de la tolda política que favorece los intereses gubernamentales. Entonces es una manera de cerrar un espacio, de cooptar el espacio público comunicacional, y eso hace que se abra la posibilidad de colonizar el ejercicio democrático de la sociedad.
—¿Es este el momento de dar esta discusión, con este gobierno y esta Asamblea Nacional?
—No se pueden eludir temas asociados con la convivencia colectiva cuando esos temas se presentan. Creo que el gobierno no presenta el tema de manera ingenua. Evidentemente nosotros venimos de un proceso en el cual se han venido comprando medios de comunicación, se ha venido presionando a periodistas, hemos transitado hacia formas primitivas de censura y hacia formas modernas de autocensura. Hay gente que simplemente cuida intereses económicos y ya. Todo el tema del traspaso de la propiedad de los medios hace evidente su silenciamiento. El cambio es tan brutal que hace que uno, como mínimo, sospeche que desde la empresa se guardan unos intereses que se hacen equivalentes a los intereses gubernamentales, y eso es problemático. Yo creo que es inevitable que demos la discusión, pero toca darla no de manera militante e ideológica, sino de manera inteligente, y eso requiere organización de parte de quienes pretendemos defender la apertura de espacios y el funcionamiento democrático de la sociedad.
—¿Cuál debería ser el papel de la Academia en esta lucha?
—La Academia está hecha para pensar, para formar. Nosotros debemos, y es nuestra intención, auspiciar la discusión acerca de lo que hay, acerca de las transformaciones que se están produciendo en el ámbito comunicacional y acerca de los riesgos que un proyecto de ley como el que se está planteado podría tener para el ejercicio profesional de la comunicación social, y para la calidad de la comunicación que recibe la población venezolana. A mí el temor que me causa toda esta situación es que creo que estamos caminando hacia la construcción de un espacio comunicacional reducido, en el cual prevalece una sola perspectiva acerca de las cosas. Esta cosa de tener tantos medios públicos al servicio del gobierno, y no del Estado, y tantos medios privados con intereses coincidentes y no contrapuestos a la perspectiva gubernamental, hace que la calidad del espacio comunicacional y de la información que uno recibe, se reduzca, porque son muchas las voces que se callan.
—¿Buscan controlar a los periodistas con este proyecto de ley, luego de haber controlado a los medios?
—Siembre ha habido una diferencia entre medios y periodistas, entre dueños de medios y periodistas en ejercicio; y claro, es mucho más fácil controlar al medio. Creo que ahora hay un tema de silenciar, en alguna medida, el ejercicio libre del periodismo.
—¿Logrará el periodismo venezolano vencer la sombra de la censura?
—El tiempo lo dirá. Creo que a los comunicadores sociales y a las escuelas nos toca resistir y confrontar desde el pensamiento, desde las ideas y desde el ejercicio, este embate antidemocrático que viene.
Gabriel Bastidas
29 de septiembre de 2014
Nota de prensa