El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, hizo uso de una disposición constitucional (artículo 148) para disolver la Asamblea Nacional y ordenar la convocatoria a elecciones legislativas y presidenciales en un lapso de seis meses. La figura se denomina «muerte cruzada». «Muere» el Poder Legislativo y puede «morir» también el Ejecutivo. Todo políticamente y ojalá que sin sangre.
El artículo 148, que establece la posibilidad de la disolución del parlamento, entre otras causas, por «grave crisis política y conmoción interna», que fue lo que esgrimió Lasso, es producto de la Constitución de 2008 aprobada bajo el reinado -perdón, el período- de Rafael Correa. El presidente en ejercicio lo empleó para dejar también sin efecto el juicio político iniciado contra él en la Asamblea por un supuesto caso de corrupción, que apuntaba hacia su destitución. Lo que se dice dos pájaros de un tiro.
Refugiado en Bélgica, Rafael Correa se frota las manos. Está condenado en ausencia a ocho años de prisión por el caso Sobornos: una trama para gestionar aportes de empresas (Odebrecht, por ejemplo) para la financiación electoral de su Alianza País. El nombre en clave de la operación era muy sugestivo: Receta de arroz verde. Si entra a su país, lo meten preso. Solo la caída de Lasso le asegura un retorno feliz y exitoso. No hay, por tanto, tal lucha contra la corrupción, se trata de un arma política que se esgrime o se archiva, según convenga a la mayoría parlamentaria.
Ayer, 24 horas después de la primera de las «muertes», Correa anunciaba en Twitter su despliegue mediático. 7:00 am: Un café en Radio Redonda; 8:00 am: cita con la agencia AFP; 10:00 am: Canal Red en España; 4:00 pm: Directv Latinoamérica. «Es la gran oportunidad para salir de Lasso», escribe con total descaro y, a la vez, cuestiona que en su país haya «conmoción política». Los ministros del gabinete de Lasso han comparecido 300 veces al parlamento en dos años de mandato. «Solo quieren obstruir», arguye el presidente aún «vivo».
Lasso, un exitoso banquero que llegó a la presidencia en su tercer intento electoral, gobernará por decretos-leyes hasta la realización de elecciones que permitirán concluir los períodos legislativo y presidencial. Con baja popularidad, derrotado en recientes comicios regionales y la inseguridad desbordada, Lasso tiene a su favor las fuerzas armadas y cuenta con las más altas reservas internacionales en la historia de su país, que quizás le ofrezcan un margen de maniobra.
El pronóstico del tiempo indica prontos y espesos nubarrones. De la poderosa Conaie –la Confederación de las Nacionalidades Indígenas del Ecuador-, gente capaz de cruzar el país para tomar Quito; del díscolo y ambicioso correísmo. Pero si Lasso aguanta la embestida, la campaña electoral podrá ser una válvula de escape y nunca se descarta una sorpresa en las urnas. Lasso perdió en 2021 en primera vuelta frente al delfín de Correa, pero se impuso al final. Ahora la iniciativa es de él.
Editorial de El Nacional