Las relaciones amorosas entre el presidente François Hollande y la actrizJulie Gayet han comenzado a complicarse antes de poder clarificarse y tomar un rumbo imprevisible.
Tras el estallido de las revelaciones de su historia amorosa, el pasado día 10, cuando la revista Closer, publicó las fotos de algunos de sus encuentros, en un apartamento muy próximo al Elíseo, la pareja no ha podido volver a verse, intentando escapar a la tormenta de la ruptura entre Hollande y Valérie Trierweiler.
El presidente ha intentando aparentar una cierta “normalidad” en su trabajo como jefe de Estado, con pocas oportunidades para “escapadas nocturnas”.
La actriz se encuentra en una situación muy incómoda. Se ha recluido provisionalmente en el apartamento de alquiler que comparte con una amiga, actriz de modesta fama, como ella. Una primera salida al supermercado de la esquina de su calle terminó precipitadamente, asaltada por una nube de fotógrafos.
La segunda aparición pública de Julie Gayet transcurrió “normalmente”, posando brevemente durante la presentación de la última colección de joyas de Charlotte Dauphin de la Rochefoucauld. No llegó la sangre al río. Tras varias poses publicitarias, la actriz volvió a perderse, provisionalmente.
Gayet será la voz de Nicole Kidman, interpretando el personaje de Grace de Mónaco, en la película de Olivier Dahan, que abrirá el próximo mes de mayo el próximo mes de Cannes. Un trabajo simpático, pero secundario, en definitiva. La actriz está ultrasolicitada por prensa, radio y tv, sin que esa fama repentina transforme su estatuto profesional ni aclare el futuro de sus relaciones con Hollande.
El jefe del Estado subrayó, hace días, que Francia no tendrá nueva primera dama, en lo inmediato. Se presta a Hollande la intención de hacer vida de soltero, durante una larga temporada. La experiencia de Trierweiler, en el Elíseo, tampoco ha sido concluyente. Sin instalarse ella misma, también, en la residencia oficial del presidente de la República, Gayet se verá forzada a sufrir todos los inconvenientes del estatuto informal de primera dama, sin ninguna de las ventajas.
El que espera, desespera
Instalada hoy por hoy en un apartamento de alquiler, con una amiga, Gayet quizá tendrá que mudarse a un nuevo apartamento “más confortable”. Y esperar que el nuevo hombre de su vida se libere de sus quehaceres presidenciales, para poder visitarla. Situación incómoda para una “mujer libre”, la de una señora que espera que suene el teléfono, para conocer los horarios de su hombre. Perseguida a toda hora, durante una larga temporada, por unos fotógrafos que desearán inmortalizarse con cualquier pretexto.
Valérie Trierweiler, como primera dama, podía preservar su intimidad gracias a los chóferes y servicios de seguridad del Elíseo. Gayet no tendrá tales honores. Podría ser escandaloso que el Ministerio del Interior se ocupase de la seguridad personal de una señora sin otro estatuto, por ahora, que el de amante del jefe del Estado.
Esa situación muy incómoda, de entrada, solo podría cambiar si Hollande aceptase oficializar sus nuevas relaciones amorosas, pidiéndola en matrimonio o como pareja de hecho. Las relaciones de Hollande con Ségolène Royal (la madre de sus cuatro hijos) y Valérie Trierweiler, su compañera oficial durante los dos últimos años, cuando menos, tampoco permiten ser muy optimista sobre la concepción presidencial de la “solidez” de las parejas amorosas
Fuente ABC