La peor de las injusticias es que un anciano, que le ha dado sus mejores años al país y a su familia, en el ocaso de su vida no tenga ni qué comer. No valieron sus esfuerzos ni su dedicación, porque ahora viven en extrema pobreza y no hay quién los socorra.
De acuerdo con la organización no gubernamental Convite, 8 de cada 10 personas de la tercera edad se encuentran en situación de pobreza. Quiere decir que no tienen ingresos suficientes para mantenerse, para pagar servicios y mucho menos para comprar alimentos y medicinas.
Preguntaron a 1.216 adultos mayores y de ellos 88% dijo que ha reducido su ingesta de alimentos considerablemente. La mayoría recibe una pensión de jubilación, que por los momentos llega a 1,6 dólares mensuales. ¿Qué pueden comprar con eso? En algunas partes, si acaso, un cuarto de kilo de queso que deberán rallar para rendir.
También revela el sondeo que más de 90% tiene por lo menos una enfermedad crónica, pero ni siquiera sueñan con adquirir los medicamentos que necesitan. Si tienen ayuda de otros familiares, muchas veces hay que decidir entre comprar los fármacos o algo de comer.
En estos días el sistema Patria ha estado repartiendo un bono que bautizaron Simón Rodríguez, de un poco más de 11 millones de bolívares. Es decir, el chavismo les ha dado a los abuelos 2,6 dólares de todo lo que ellos trabajaron por el país, de todos sus años cotizando en el Seguro Social y de todo lo que aún les brindan a los nietos que seguramente cuidan mientras sus padres tratan de sobrevivir.
La injusticia que se comete con este segmento de la población es inmensa. Pareciera que a la gestión chavista no le doliera lo que sufren tantos adultos mayores por el caos económico que ellos mismos crearon. Como si no hubieran tenido abuelos.
Tristes y resignados. Así se ven por las calles nuestros ancianos, llevándose la mano a la cabeza cuando les dan un precio y no saben qué hacer con la mísera pensión. Pero es la soledad la que les hínca el corazón, la que los enferma. ¿Quién vela por ellos, si hasta los que dicen gobernar los ignoran?
A Hugo Chávez le encantaba abrazar viejitas, sobre todo cuando estaba en campaña, e inventó eso que llaman misión con amor mayor, en minúsculas porque no ha servido más que para la corrupción. No se trata de que ahora se ocupen de ellos por esas elecciones que dicen que van a pesar de todo. La responsabilidad debe ir más allá y darles de manera permanente bienestar a esos viejitos a los que se les está yendo la vida entre lágrimas.
Editorial de El Nacional