Las familias de los presos están en pie de lucha. Por sus hijos e hijas, hermanos, padres. Es una lucha que no se puede abandonar. Ni desde fuera del país, ni desde dentro. Las detenciones, todos los sabemos, son injustas, arbitrarias y terribles. El régimen pretendió lavarse su cara manchada de horror con unas cuantas excarcelaciones. No basta. Todos tienen que ser liberados.
Theany Urbina, citada en El Nacional, convoca a Maduro a un diálogo sincero (por una vez, aunque sea) para que en la Navidad las hijas e hijos detenidos de tantas familias las pasen en sus casas, como Dios manda. ¿Se puede convocar a quien ejerce el poder? Si esta fuera una democracia, sí; si existiera una pizca de humanidad, sí. Pero, como dice el fiscal de la Corte Penal Internacional, Karim Khan, la pelota está en el tejado del gobierno.
Urbina está convencida de que si sus hijos están detenidos, “es por una condición de pobreza, porque son inocentes”. Esta madre da en el blanco: la gente que pretendía cambiar la vida de los más humildes se volvió contra ellos cuando exigieron justicia y respeto. El régimen, en verdad, y a las abundantes pruebas nos remitimos, va contra todos, ricos, clase media y pobres. Pero es cierto que si creyeran en lo que proclamaron, a los pobres ni con el pétalo de una rosa. El hijo de Urbina, Miguel, tiene cuatro meses detenido. Ha pensado en el suicidio. No quiere pasar diez años tras las rejas siendo inocente.
Yelitza Vergara, madre de Miguel González, de 18 años, encarcelado en Yare III, vio la semana pasada a su hijo. Lo notó tembloroso, asustado, enflaquecido. Como madre está sumamente preocupada. No es para menos, el gobierno no garantiza la vida en las calles y tampoco a quienes tiene bajo arresto y su supuesta protección.
Andreína Baduel, hija del general Raúl Isaías Baduel, muerto en prisión en 2021, y hermana de Josnar Baduel, actualmente detenido, afirmó que todos los presos políticos claman por su libertad. “Todos están unidos en oración”, dijo. Diego Casanova, familiar de otro detenido, hablando en la vigilia de la plaza de La Castellana, pidió, gritó, exigió que no los abandonaran.
Sol Ocariz, familiar de otro preso, exigió a la Dirección de Prisiones que ponga el ojo sobre la situación de los detenidos, mujeres y hombres, que están enfermos y no son trasladados a los centros hospitalarios. Contó el caso de un hombre de 31 años, encarcelado en Tocuyito, que sufrió la semana pasada un accidente cerebrovascular y no ha sido trasladado para su atención, ni ha sido sometido a ninguna clase de prueba médica.
El castigo al que el régimen de Maduro somete a los detenidos es doble: primero, arrestos arbitrarios por disentir de lo que hace el gobierno; y en segundo lugar, encerrarlos en antros carcelarios donde la vida no vale nada. La lucha por la liberación de los detenidos es hoy y mañana, y hasta que salgan de esas prisiones de infierno.
Editorial de El Nacional