La política económica del gobierno esta mostrando todos los síntomas del colapso. No es casual, tampoco parte de una conspiración, mucho menos el resultado de una guerra económica, el que los venezolanos estén sufriendo la inflación mas alta del continente y una alarmante escasez.
Frente a la recurrencia de estos problemas económicos hay dos tipos de afrontamiento. O buscamos las causas reales de los problemas, enmendamos los errores y abrimos camino a la prosperidad, o simplemente identificamos un chivo expiatorio, le cargamos la culpa, lo demonizamos, lo exponemos al repudio público y, sin cambiar las causas reales del problema, al final arruinamos al país.
Yo creo que estamos en esa disyuntiva entre la solución y la distracción. Entre el afrontamiento y la negación. lamentablemente el gobierno, en su afán de ganar tiempo, ha optado por la mala vía.
Algunos dicen que lo ocurrido ayer muestra la división del gobierno y el pase de factura entre «grupos boliburgueses». No tengo como saber si esto es así. En cualquier caso, la sociedad venezolana no puede ser el campo de batalla de esas pugnas que ocurren entre los miembros del alto gobierno.
Es igualmente grave que una empresa establecida haya sido objeto de un saqueo en el que hay evidencias fotograficas y audiovisuales en las que se muestra la participación de los cuerpos de seguridad que debieron impedirlo.
Cuando estas cosas ocurren quedan pocas dudas del desatino del gobierno para manejar el problema económico porque ante estas situaciones ocurridas la consecuencia no puede ser otra que mas parálisis, menos confianza social, menos oportunidades de empleo, mas inflación y mas escasez.
El gobierno debió haber respetado la legalidad, el debido proceso y los derechos de propiedad. El linchamiento y la promocion del saqueo no resuelven el problema de fondo. El gobierno tiene amplias facultades de inspección que debería usar sin estridencias para garantizar el bien común.
Prefiere el escándalo que modela la impunidad y disuelve las bases morales del país. Un país que ahora esta pendiente de formar largas colas para aprovecharse indebidamente del esfuerzo privado y que no logra ver que una empresa devastada no vuelve abrir sus puertas, deja sin empleo a cientos de trabajadores y provoca un vacío adicional al boquete de desabastecimiento que ya tenemos.
El gobierno provoca inflación y desconfianza social al empeñarse en confundir a las empresas como sus enemigas. Los problemas del país tienen que ver con una ideología contumaz en el fracaso y un régimen de controles que hace inviable la productividad.
No se puede hacer una traslación directa del precio del dólar al precio de los productos. Las empresas están asoladas por un régimen tributario oneroso integrado por mas de quince tributos e impuestos. Las empresas pagan los costos de una legislación laboral que incrementa los costos y estimula la indisciplina. Las empresas tienen que pagar las consecuencias de la inseguridad. Y sobre todo, con este régimen económico no hay como hacer un calculo económico, resulta casi imposible presupuestar, y es inútil estimar costos con un régimen cambiario que poco transparente, caprichoso, arbitrario, inequitativo e incapaz de darle coherencia, estabilidad y profundidad a la politica económica.
El gobierno más que responder a preguntas sobre los por qué, amenaza, insulta, desprestigia y ahora promueve esta condición de remate por saqueo que nos va a dejar sin mercancía en menos de un mes.
Nadie puede tener dudas sobre la inmensa crisis de confianza que vivimos. El comportamiento de todos los actores económicos, incluido el de los que se aprovechan de la situación para saquear y provocar vías de hecho, solo es una demostración de que nadie cree en la viabilidad de esta política económica. Todas las conductas se han envilecido porque nadie ve un horizonte de mediano y largo plazo. Esta política nos ha transformado en sobrevivientes del día a día.
La pregunta que queda en el aire es qué vamos a hacer una vez que se hayan rematado los inventarios y que el gobierno haya asolado al comercio. La respuesta es desoladora en términos de prosperidad y bienestar. Por eso mismo resulta tan inconveniente enviar el falso mensaje que el gobierno quiere transmitir como válido. No tendremos mejor economía si pretendemos asolar el comercio y mantenernos al borde del desorden social.
La Paz social se funda en el respeto a la ley, el reconocimiento de las libertades y la vigencia de los derechos de propiedad. Todas estas condiciones están en entredicho. Contrario a esto, desde el gobierno se están dando los peores ejemplos a la sociedad venezolana. Se le esta diciendo que es posible el bochinche tumultuario, y que una turba puede ser la expresión de la justicia. Nada mas falso.
Sabemos que el gobierno ha puesto sobre la mesa todos los incentivos para el descalabro económico. El régimen de controles y el socialismo del siglo XXI ha envilecido el orden social y la economía. La inflación y los controles no convienen a nadie. La falta de claridad, de explicaciones bien fundadas y los deficit de responsabilidades asumidas nos colocan en la vía incorrecta. El gobierno puede pagar caro confundirse y perseguir a los supuestos enemigos mientras los problemas se agravan.
El corto plazo esta lleno de situaciones insolubles. El mediano plazo es susceptible de mejora si se toman las decisiones correctas. El gobierno debe abrir juego, y convocar al dialogo para identificar consensos y desde allí aplicar los correctivos. Un país sin empresas es un país sin libertades. El reconocer esa premisa debería ser el punto de partida para construir una nueva economía, mas incluyente, menos sectaria, mas realista, menos ideológica, mas productiva, menos rentista y mas orientada a la consecución de la paz y menos orientada a la división social.
Victor Maldonado C.
Profesor de la UCAB
Director de la Camara de Caracas
