Si se hacen suavemente, resultan placenteras, pero cuando duran demasiado tiempo o su intensidad es excesiva, pueden ser mucho más que molestas
Es probable que en algún momento de tu vida te hayan hecho cosquillas, te hayan tocado repetidamente de una manera que provoque sonrisas, risas y movimientos involuntarios. El cosquilleo puede ocurrir en muchos lugares del cuerpo, pero los más comunes son la caja torácica, la axila y la planta del pie. El cosquilleo suele ocurrir en el contexto de relaciones íntimas: los padres hacen cosquillas a sus bebés y niños pequeños; los hermanos, las parejas románticas y los amigos cercanos a veces se hacen cosquillas entre sí. Algunas personas parecen tener más cosquillas que otras.
Si se hacen suavemente, resultan placenteras, pero cuando duran demasiado tiempo o su intensidad es excesiva, pueden ser mucho más que molestas; por eso, las cosquillas son tanto un clásico del jugueteo y el ligue como un elemento de tortura. En realidad, las cosquillas constituyen una reacción de autodefensa del organismo, es decir, un instinto primitivo que obliga a reaccionar al cuerpo ante situaciones de peligro como, por ejemplo, prevenir los ataques ponzoñosos de una araña o un escorpión que caminan sobre la piel. Esta es la razón por la que no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos: si nuestro cerebro no tuviera la capacidad de realizar un seguimiento de los movimientos de nuestro cuerpo y las sensaciones que causan, sentiríamos constantemente como si nos cepillaran y pincharan, y sería difícil dedicar nuestra atención a algo más. Pero no es así: tu cerebro sabe que los dedos que te pinchan en la caja torácica son tus propios dedos, por lo que marca la respuesta sensorial.
La señal producida por la estimulación de los receptores táctiles de la dermis viaja hasta dos regiones cerebrales: la corteza somatosensorial, que procesa el tacto; y la corteza cingulada anterior, que gestiona la información agradable. Las neuronas de estas áreas desencadenan una respuesta inmediata en forma de bruscos movimientos corporales y una risa nerviosa difícil de controlar.
¿Muerte por cosquillas?
Si estas reacciones interfieren en la regulación de los músculos involuntarios que controlan la respiración, pueden causar espasmos e incluso asfixia. La situación de estrés que produce el cosquilleo también puede ocasionar un fallo cardiaco, eso sí, siempre y cuando la persona padezca alguna dolencia en el corazón. Ambos casos son muy extraños en la literatura médica, y lo normal es que las consecuencias más nefastas de unas cosquillas no pasen del enfado de la víctima mientras se retuerce de risa.
La investigadora Irene Thompson recoge en su libro Tortura china por cosquillas cómo esta práctica se impartía durante la Dinastía Han (206-220 d.C) como método de castigo para los traidores, ya que no dejaba marcas. No obstante, no hay registros de ninguna muerte debido a este tipo de sufrimiento.
Fuente: Muy Interesante
Por: Maria Laura Espinoza
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