Estamos constantemente bombardeadas por imágenes de mujeres delgadísimas a las que todo les queda maravilloso, con cuerpos perfectos sin un gramo de grasa, pero ¿será que todo eso es real? La obsesión por la delgadez podría ser más peligrosa de lo que pensamos.
Es normal querer verse y sentirse bien, por eso son muchas las mujeres que cuidan su alimentación y realizan ejercicio periódico con el fin de mantenerse en forma. Estar en nuestro peso adecuado es gratificante, pero es importante entender que cada una de nosotras tiene un cuerpo diferente, con proporciones distintas, muchas o pocas curvas y características propias que nos hacen quienes somos.
Esto quiere decir que la delgadez extrema no está hecha para todas y que el empeño por conseguirlo podría acabar con nuestro bienestar físico y mental. La obsesión por la delgadez se está convirtiendo en un problema de salud mundial tan importante como el otro extremo: la obesidad.
Este empeño lo primero que afecta esa nuestro autoestima, y es que si no conseguimos esa meta que la industria de la moda o el espectáculo nos dice que es la adecuada o la más bella (aunque no sea ni real ni verdaderamente hermosa) entonces nuestro autoestima sufrirá. No somos flacas y nos sentimos mal por ello.
Esto conlleva a alterar nuestra dieta de forma drástica para conseguirlo. La anorexia y la bulimia son problemas comunes en las adolescentes y adultas jóvenes, poniendo en riesgo nuestra salud. La obsesión por la delgadez puede conducirnos a importantes problemas de salud como alteraciones intestinales y estomacales, problemas cardíacos, renales, descalcificación ósea, daños en el esmalte dental y apariencia poco saludable.
Sin los nutrientes necesarios no luciremos hermosas y atractivas, pero sobre todo no estaremos saludables. ¿Acaso quieres arriesgar tu bienestar?
Mantén una dieta equilibrada, realiza actividad física y ve la pérdida de peso como algo que complemente tu salud y no como una preocupación estética severa, de esta forma conseguirás el aspecto que deseas sin que tu cuerpo y mente sufran.
Fuente: Nosotras