El fenómeno del arbitraje cambiario recibe estímulos al establecer diferentes tasas.
Venezuela parece encaminarse a un sistema de cambio dual, con una tasa fijada en 6,3 bolívares por dólar para la compra de bienes básicos, la liquidación de divisas a personas con casos especiales de salud y algunos requerimientos de importaciones del sector público, por ejemplo.
En una segunda taquilla se ubicaría el resto de las solicitudes de dólares a una tasa variable que se establecerá a partir de los 11,3 bolívares del Sicad.
Pese a los intentos por reducir la relevancia del dólar paralelo, cuya publicación es contraria a la Ley de Ilícitos Cambiarios, la existencia del mismo sigue marcando una tercera tasa a la que recurren aún en ocasiones quienes no pueden hacerse con divisas por medio de los mecanismos oficiales.
La principal complicación que presenta la existencia de diversos tipos de cambio es el fenómeno conocido como arbitraje cambiario. Este no consiste en otra cosa que la adquisición de divisas a un precio para su venta a un tipo de cambio superior, lo que genera ganancias especulativas y alimenta una devaluación encubierta de la moneda local.
Fenómenos ampliamente identificados como el raspado de tarjetas autorizadas para gastos en el exterior, el desvío de los dólares de Cadivi o Sitme para empresas de maletín y otras prácticas irregulares se basan en este esquema.
En el pasado, otros países latinoamericanos experimentaron la existencia de diversas tasas de cambio lo que condujo a prácticas de intermediación como las antes descritas, y que invariablemente terminaron con la unificación a un tipo de cambio único.
Fuente: Banca y Negocios