Las caras del cinismo rojo

Las caras del cinismo rojo

 

El gobierno de Nicolás Maduro se ha convertido en un gran archipiélago de mentiras. Como si fuera el mueble antiguo de una farmacia, con pequeñas gavetas para cada tratamiento, el presidente y sus ministros no dudan en abrir el compartimiento adecuado buscando las mentiras que deben emplearse para engañar a los venezolanos.

 

 

 

Un caso típico lo vivimos ayer en los alrededores de Miraflores con motivo del Día de Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y de paso, apoyar el diálogo y la paz en Venezuela. Todo arrejuntado en el mismo saco, como si la violencia contra la mujer no fuera un hecho alarmante a escala mundial para agregarle una nota oficialista a pie de página: paz y diálogo.

 

 

 

¿Por qué siempre este gobierno tiene que actuar como un resabiado tahúr de un casino de Las Vegas que no deja pasar oportunidad alguna para hacer trampas? En esta marcha de las mujeres contra la violencia no era necesario manchar el objetivo con un ardid tan miserable como estúpido, como lo fue enfilar la manifestación hacia Miraflores, el centro machista del poder en Venezuela.

 

 

 

No existe ningún mandatario venezolano declaradamente feminista, más allá de ocasionales frases demagógicas o de nombramientos en ministerios, embajadas, consulados, etcétera, o también de apoyo a postulaciones exitosas para gobernaciones y alcaldías. La creación del Ministerio para la Mujer fue un acto que propició esperanzas, que luego los hechos y el olvido aplanaron en una oscura rutina.

 

 

 

Hoy el madurismo vuelve a engañar a las venezolanas con este acto partidista y ya veremos por qué. En la marcha de ayer hacia Miraflores, la señora  Blanca Eekhout explicó a esos ingenuos mortales que son los periodistas pero que no tienen un pelo de tontos, que “la mujer venezolana en la revolución bolivariana ha obtenido derechos que jamás imaginó que podía tener”.

 

 

 

Quizás, pero… ¿entre esos avances del socialismo de Maduro no estará, por caso, el derecho de la madre a dar a luz en condiciones adecuadas, con médicos y personal profesional de enfermería que garanticen la vida del recién nacido y de la parturienta?

 

 

 

Señora ministra Blanca Eekhout, ¿usted se ha dado una vueltita por las hermosas y relucientes maternidades bolivarianas en las cuales lo único que tienen de sobra son las cucarachas? ¿Sabe que eso es también violencia oficial contra los derechos de la mujer que la Constitución pauta con precisión?

 

 

 

¿Sabe que las altísimas cifras de embarazo precoz significan violencia carnal y ausencia por parte del Estado de su deber de impartir educación y protección a las adolescentes? ¿Sabe usted que cuando una mujer va a la cárcel en Venezuela entra en un infierno machista? ¿Sabe usted que la requisa que les hacen a las visitantes violan todas las normas al respecto?

 

 

 

Conoce, quizás, que no se consiguen las píldoras anticonceptivas, ni menos aún los preservativos necesarios para evitar las transmisión de enfermedades que llegan a causar la muerte. Uste

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