Es la piel más delicada del cuerpo y, a la vez, la más expuesta. Cuídalos como se merecen.
Siempre preparados para besar y sonreír (dos de los gestos que más felicidad nos dan), los labios son un eje de sensibilidad de tu cuerpo, y no solo por lo que te hacen sentir. Fisiológicamente, carecen de muchas de las características esenciales del resto de la piel y eso los convierte en elementos ultra delicados. Abordamos su problemática y te damos soluciones.
Sequedad extrema
La piel de tus labios es una semimucosa. Eso significa que carece de glándulas sudoríparas y sebáceas. Y, sin lípidos naturales que la protejan, se ve sometida a constantes agresiones que van desde la acidez de tu saliva a la deshidratación que produce el aire y que pone en peligro su equilibrio natural. Aplica siempre una capa de protector que aporte la nutrición que falta. Y dales el gusto de una mascarilla de vez en cuando.
Alerta código de barras
Hablamos de la piel más fina de todo el organismo, más que la de los ojos. Y, sin embargo, los labios están obligados a gesticular hasta 20 veces más. Eso significa que no solo ellos, sino la piel que los rodea, está sometida a movimientos musculares repetitivos que acaban dañando el tejido y convirtiéndose en arrugas.
Lo más temido es el código de barras: unas líneas verticales en perpendicular a los labios que tienen mucho que ver con gestos diarios que deberías evitar, como fumar, beber en pajita o directamente de la botella.
Les falta volumen y color
Es uno de las consecuencias del paso del tiempo: los labios pierden la forma, la definición, la firmeza y la pigmentación, sobre todo el superior. Es el mismo proceso que le sucede a la piel del rostro, solo que la falta de grasa de los labios lo hacen aún más patente. Necesitas productos que les den un extra de lípidos y activen la circulación sanguínea.
Fuente: mujerhoy