¿Cuántos colombianos ha recibido Venezuela? ¿A cuántos el país les abrió las puertas durante los 40 años de democracia? En aquella época en la que existía toda clase de periódicos y revistas, ¿cuántos lectores recuerdan que alguna autoridad del Estado haya dicho que el aumento de la criminalidad era por culpa de los migrantes?
Sí, a Venezuela han venido colombianos que han cometido delitos, pero también trabajadores que vieron en esta tierra la salvación para sus familias y aquí los venezolanos les abrieron las puertas y los recibieron con solidaridad.
El delito no es más grave si lo comete un venezolano, un colombiano, un peruano o un ecuatoriano migrante. El crimen es crimen y no importa la nacionalidad del que lo comete. Lo que sí importa es que las autoridades que tienen la responsabilidad de combatirlo lo hagan eficientemente. Y en este caso, la alcaldesa de Bogotá parece un poco perdida.
Lo malo es que usa la migración que a ella personalmente tanto le molesta para ocultar su incapacidad de garantizarle a los bogotanos calles seguras. Es lamentable que un policía haya sido asesinado y que lo haya matado un venezolano. Debe pagar por su crimen, no hay nada más allá de eso.
Pero las generalizaciones de López son también un crimen, que se llama xenofobia. Su rabia en contra de los venezolanos que llegan a la capital colombiana para huir de la dictadura es impresionante. Pero lo más sorprendente es que ella se atreva a decirlo públicamente no una, sino varias veces, es parte de su discurso.
Lo malo es lo que esto genera. Después de que ella declaró que los venezolanos roban y matan, en las redes sociales colombianas los mensajes xenófobos aumentaron 576%, de acuerdo con declaraciones de Julio César Daly, codirector de la plataforma Barómetro de Xenofobia. Imposible que López no sepa cuál es el efecto que causa en la población las palabras de una figura pública. Y dado que no ha dicho nada para corregir sus afirmaciones, es lógico pensar que lo hace con conocimiento de causa.
Menos mal que Juan Francisco Espinosa, de Migración Colombia, lo aclaró. Los venezolanos apenas figuran como autores de 2% de los crímenes cometidos en todo el país vecino. Eso es muy poco, y Bogotá apenas se llevará una fracción ínfima.
Pero la conclusión aquí debe ser otra. Los venezolanos son víctimas de la xenofobia en países vecinos porque el monstruo de la crisis humanitaria los ha empujado a huir. Son maltratados, humillados por el régimen primero y segregados por los que debieran ser sus hermanos después. La tragedia continúa.
Editorial de El Nacional