En la captura de video se ve el arma que tenía una asistente al concierto el fin de semana
Una granada por aquí, varios tiros al aire por allá, un cachazo por otro lado, y así se va normalizando el uso de armas de fuego y hasta de guerra en la sociedad venezolana, como si se tratara de saltapericos en Navidad. Sin embargo, no hay que permitir que esto pase inadvertido ni deje de causar estupor, porque es la única manera que tienen los ciudadanos para oponerse a la violencia como asunto cotidiano.
En los últimos días la Fiscalía General ha tenido que ponerse a trabajar para investigar hechos con armas de fuego en distintas partes del país. Sin embargo, no pueden decir los del gobierno chavista que se están enterando de que entre la población circulan las armas, pues es una consecuencia directa de varias de sus acciones, mantenidas durante más de 20 años. Fue Hugo Chávez el que normalizó la violencia, el que gritaba para ordenar que se armara al pueblo para que defendiera su revolución, el que hizo proliferar esas asociaciones de delincuentes que se llaman colectivos y el responsable directo de que los cuerpos de seguridad en vez de hacer su trabajo persigan a inocentes, por lo que la gente se ve obligada a armarse o a contratar “escoltas” privados.
Ese es un resumen bastante a la ligera, por el espacio que tiene este editorial, pero de lo que se trata es de poner en perspectiva quién es el responsable de que en pueblos y ciudades del país la gente vaya armada como si vivieran en la época del lejano oeste. Entonces, no es de extrañar que en Maracaibo lancen granadas, lo grave es que sea a un establecimiento en donde los ciudadanos van a comprar comida y que el hecho ocurra a plena luz del día. Las averiguaciones sobre este caso y el otro que fue contra la sede de los tribunales deben llevarse de manera expedita, pues los culpables deben ser encerrados y deben señalar quién les facilitó los explosivos. Sobre todo esto último, pues se supone que las Fuerzas Armadas son las únicas autorizadas para manejar este tipo de artefactos.
Lo otro, aquí en Caracas. ¿Qué hacían funcionarios de un cuerpo de seguridad armados en un lugar nocturno? ¿Estaban en algún trabajo? ¿Se identificaron como detectives en servicio o es que acostumbran a irse de rumba con el armamento para abusar de su poder? También se espera que la Fiscalía actúe con prontitud para aclarar estas circunstancias, pues es mejor prevenir que lamentar. Esto fue un tiro al aire y unos cuantos golpes, pero en el concierto que se hizo recientemente en el CCCT una mujer repartió cachazos. Nadie sabe quién es ni por qué estaba armada en una reunión tan grande de gente. ¿No se supone que debería existir detectores de armas para estos eventos?
Es demasiado pedir que actúen para tratar de revertir la proliferación armas en la sociedad. Ni siquiera se sabe qué pasa con los permisos de portes de arma, que antes eran obligatorios y debían ser renovados con cierta regularidad para tener una base de datos y un control sobre estos artefactos. Lo que pedía Chávez para defender su revolución se volvió en contra del ciudadano común. ¿Quién se atreverá a revertir este fenómeno por el bien de los venezolanos?
Editorial de El Nacional