Las emergencias humanitarias se miden evaluando, entre otros aspectos, el estado de desnutrición de los niños menores de 5 años de edad. De acuerdo con una investigación dirigida por Susana Raffali, nutricionista de la Universidad Central de Venezuela, experta en seguridad alimentaria en situaciones de emergencia y desastres, la desnutrición aguda en niños preescolares proyectada para 2017 aumentará 3% con respecto a 2016, y afectará a 12% de los aproximadamente 3.200.000 niños que hay en Venezuela. Así, entre 350.000 y 380.000 niños sufrirán desnutrición aguda grave. Así lo reseña el-nacional.com
“La desnutrición no tiene un tope. El tope es que empieza a aumentar la mortalidad. La velocidad de crecimiento de la desnutrición se va a acelerar, y la peor es la que ocurre antes de los 5 años porque produce un rezago intelectual en los individuos”, advierte Raffali.
Ese aumento de mal nutrición, asegura, se producirá también en mujeres embarazadas y las muertes causadas por hambre serán cada vez más frecuentes entre las poblaciones en situación de dependencia, como los niños, los ancianos, los enfermos psiquiátricos y los presos.
“El aumento de la desnutrición significa una mayor propensión a enfermedades porque el sistema inmunitario no tiene cómo defenderse, y eso a su vez puede conducir a un aumento importante de la mortalidad infantil. Será un gran problema porque los hospitales no tienen la capacidad de manejar la carga aumentada de desnutrición y enfermedades juntas”, indica la experta.
Cosecha limitada. El año pasado la producción agrícola nacional apenas cubrió 30,5% de la demanda de todo el país, según información de Fedeagro. Para compensar el déficit se importaron productos. En 2017 se requerirán alrededor de 900 millones de dólares mensuales, 10,8 millardos de dólares anuales, solo para comprar alimentos en el exterior, la mitad de todas las importaciones que se realizaron el año pasado, cuando se gastó 19,3 millardos de dólares.
Y este año no hay indicios que permitan inferir que la agricultura despuntará. “Se mantienen los factores que han llevado a la caída del sector: control de precios, no liquidación de divisas para importación de semillas y productos para la siembra, e inflación”, indica Werner Gutiérrez, ex decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia. El experto denuncia que 60% de la maquinaria utilizada en el sector cumplió su vida útil, que hay un déficit de 5.000 tractores y que no han llegado las semillas para las siembras que debían hacerse desde octubre del 2016.
Para Aquiles Hopkins, vicepresidente de Fedeagro, todo apunta a que la producción caerá aún más. “El precio del arroz no fue ajustado, el ajuste del valor del maíz fue irrespetuoso, no hay semillas de hortalizas, no ha llegado la semilla de papa y la de girasol para el aceite no llegó a tiempo”.
Aunque el diálogo con el gobierno se ha dado puntualmente con todas las partes en el Consejo Nacional de Economía Productiva, no hay decisiones que se ajusten a los problemas del sector agrícola, opina Hopkins.
La agudización de la falta de alimentos conllevará al incremento de la violencia, asevera Raffali: “El hambre está a la vista de todos. Frente al Instituto Nacional de Nutrición, en Quinta Crespo, la gente come desechos”.
Para intentar garantizar el acceso a la comida, la gente optará por tres opciones, dice la nutricionista: vender bienes familiares para comprar alimentos, aumento de la delincuencia y actividades que van en contra de la dignidad humana (no solo comer de la basura, también la prostitución) y la desincorporación de miembros de la familia para que se procuren la comida fuera del hogar.
Ante la escasez, recomienda seguir apelando a las frutas, tubérculos y almidones originarios del trópico “que nunca faltarán”, como yuca, plátano, ocumo y apio. Y optar por proteínas de bajo costo como los huevos.
El Nacional
Maria Emilia Jorge
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