Assassin’s Creed Chronicles es un spin-off de la serie estrella de Ubisoft que muestra las aventuras relacionadas con su arco argumental general en localizaciones inéditas y con una mecánica diferente, determinada sobre todo por el uso de una perspectiva lateral «2.5D».
El primer episodio, que narraba la venganza de la asesina Shao Jun en su país natal después del entrenamiento proporcionado por Ezio Auditore, llegó a los ordenadores con Windows, PlayStation 4 y Xbox One en abril. Tras un cierto retraso respecto a su lanzamiento previsto inicialmente para este año, el segundo capítulo llegará como descarga digital el 12 de enero y el que completa la trilogía el 9 de febrero, fecha a partir de la cual también se podrá adquirir un pack completo en formatos digital y físico para las mismas plataformas. Como novedad destacable, este mismo pack llegará también el 5 de abril a PlayStation Vita, y representantes de Ubisoft han confirmado a un blog dedicado a portátiles que se tratará de un lanzamiento físico.
El capítulo ambientado en India nos traslada a 1841, en un período de tensiones crecientes entre el imperio Sikh y la Compañía de las Indias Orientales. Nuestro protagonista, Arbaaz Mir (ya presentado en el comic paralelo AC: Brahman) deberá proteger a sus seres más cercanos al tiempo que trata de recuperar un misterioso objeto de la Orden que fue robado por los Templarios. Con un desarrollo que recuerda más al clásico Prince of Persia, el sigilo pero también la habilidad plataformera serán clave para llevar la aventura a buen puerto.
En la Rusia de principios del siglo XX, tomaremos el control de Nikolai Orelov, quien en su intento de dejar la vida del Asesino para retirarse con su familia se ve envuelto en una de las escenas más importantes de la época, el asesinato de la familia del Zar por los bolcheviques (alineados con los intereses templarios), convirtiéndose en el inesperado protector de la princesa Anastasia. Con las armas contemporáneas cambiando considerablemente el ritmo del combate, el juego tendrá un carácter más urbano y oscuro que el de los capítulos anteriores.
Ambos títulos repiten la fórmula del primero en cuanto a la utilización de un estilo artístico basado en la localización y época representadas, con el segundo empleando el intenso colorido e intrincados patrones que la prensa contemporánea asoció con la India de los Sikh, y el tercero recurriendo a un tono más ténebre con ruido fotográfico y efectos propios de las películas e ilustraciones propagandísticas de la época del Octubre Rojo.
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