Joel Coen quiso afrontar solo una nueva aventura cinematográfica. Siempre había trabajado con su hermano Ethan, y juntos dieron vida a clásicos como Sangre simple, Fargo, No Country for Old Men o la divertida El gran Lebowski, entre más de una veintena de producciones.
Pero ahora Joel quería probarse solo, ante una puesta en escena diferente. Y no fracasó en el intento. El productor se le midió al reto de llevar al cine una nueva versión de un clásico de William Shakespeare a la que llamó La tragedia de Macbeth.
Con una puesta en escena austera y teatral, con ecos del cine expresionista alemán, Coen trabajó con su esposa, Frances McDormand (ganadora del Oscar el año pasado por Nomadland), y con Denzel Washington como unos Lord y Lady Macbeth ya entrados en años.
Fue filmada en blanco y negro, en formato cuadrado, y ya está disponible en la plataforma de streaming Apple TV+.
Nada más alejado de esos personajes pueblerinos, excéntricos y llenos de ironía que se dejaban ver en su filmografía. Prácticamente es una experiencia nueva, hipnótica y atractivamente misteriosa. Además de tener un sello familiar: la propia Frances McDormand fue la productora.
La idea inicial era dirigir una pieza de teatro de Macbeth, pero luego pensaron en que sería interesante arroparla con el alma del cine, eso sí, sin romper los parámetros escénicos que identifican más a un montaje en un escenario que a una producción cinematográfica.
La clásica historia de un caballero escocés a quien unas brujas convencen en que será rey palpita en esta narrativa que pone en el centro de la discusión los peligros del poder, la tiranía y la corrupción, pero con un matiz de mayor profundidad dramática, gracias a la madurez de sus protagonistas.
Washington es un Macbeth tranquilo, introspectivo, que se deja dominar por una temeraria e implacable Frances McDormand que tiene sus propias batallas internas y una gran frustración al no poder ser madre.
No es la primera vez que Macbeth es llevado al cine. Orson Welles la hizo en 1948, y hace cuatro años Justin Kurzel ofreció una visión visualmente infernal con un Michael Fassbender y una Marion Cotillard destilando una química sincera y poderosa de principio a fin.
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Pero los mayores referentes estéticos de Joel Coen estaban más ligados a directores como Carl Theodor Dryer, por su cinta La pasión de Juana de Arco (1928), y F.W. Mur-nau, el artífice del clásico Nosferatu. Así, La tragedia de Macbeth ofrece un ambiente de pesadilla gélido y una textura aterradora y muy contrastada.
«Nunca quise hacer una versión realista de la obra», insistió su director, que contó con la colaboración del director de fotografía francés Bruno Delbonnel, que ya había trabajado antes con los Coen en el wéstern La balada de Buster Scruggs y fue el creador de la estética ensoñadora de Amélie.
El filme también cuenta con Stefan Dechant, responsable de arte de Avatar, en el diseño de producción. En el reparto figuran Brendan Gleeson, en el papel del rey Duncan, que precede a Macbeth en el trono; Alex Hassell es Ross; Corey Hawkins, en la piel de Macduff; Harry Melling es Malcolm, y Miles Anderson es Lennox.
La tragedia de Macbeth es la gran apuesta de Apple TV+ para la temporada de premios, y la crítica la ha recibido con los brazos abiertos.
«Todo tiene la claridad embriagadora de una pesadilla. La sorpresa, al menos para mí, es que las imágenes del filme son tremendamente sensuales, ingeniosas, expresivas y envolventes», aseguró Owen Gleiberman, de la revista Variety.
Robert Abele, de The Wrap, dijo que tiene «interpretaciones deslumbrantes y relevancia contemporánea (…). Es despiadada, inteligente y entretenida»; aunque Richard Lawson, de Vanity, reconoce que Joel Cohen «está más fascinado por otras películas que por su propio texto». Al final, el reto es que despierte la curiosidad de los consumidores del streaming, posiblemente no tan acostumbrados a una solemnidad y ambientación majestuosas.
Fuente: Globovision