Este 31 de enero, la Tierra vivirá tres eventos únicos: tendremos la segunda Luna llena en un mes, conocida como Luna azul. Al mismo tiempo, nuestro satélite se ubicará en el punto más cercano de su órbita alrededor de la Tierra, fenómeno conocido como superluna. Y por si no fuera suficiente, tendremos un eclipse, todo lo que convertirá a nuestro satélite en una Luna de sangre.
Los 3 eventos ocurrirán la misma noche, pero más allá del asombroso espectáculo visual, la superluna azul de sangre nos brindará una excelente oportunidad para aprender y ¡mucho!
Información nueva sobre el regolito
En primera instancia, con el eclipse, los científicos podrán estudiar qué sucede cuando la superficie de la Luna se enfría rápidamente. En general, el cambio de temperatura tarda 29 días terrestres. Pero con el eclipse, todo será mucho más acelerado.
«Durante un eclipse lunar, la oscilación de la temperatura es tan dramática que es como si la superficie de la Luna pasara de estar en un horno a estar en un congelador en unas pocas horas», comenta Noah Petro, un científico de la NASA del Goddard Space Flight Center.
En el transcurso de este cambio brusco, los científicos buscarán información del regolito, la mezcla de tierra y rocas sueltas de la superficie lunar. La NASA lleva estudiando ese material desde 2009, con su proyecto Lunar Reconnaissance Orbiter. Esta será una excelente oportunidad para complementar la información obtenida hasta ahora.
Más detalles sobre zonas desconocidas
«Las características de la Luna cambian cuando observamos con una cámara térmica durante un eclipse», indica Paul Hayne, del Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado.
«En la oscuridad, muchos cráteres familiares y otras características no se pueden ver, y las áreas normalmente no descritas alrededor de algunos cráteres comienzan a «brillar», porque las rocas aún están calientes».
Con esta nueva información, se podría conocer más a fondo las características de determinadas zonas no tan estudiadas hasta ahora, como la composición del suelo, su esponjosidad o su porosidad. Y con esta información en mente, se podrían incluso obtener nuevas zonas aptas para realizar aterrizajes.
Por otro lado, la información de estas zonas, combinada con la información del regolito, podría brindar más detalles sobre la historia de la Luna.
«Estos estudios nos ayudarán a contar la historia de cómo los grandes y pequeños impactos fueron cambiando la superficie de la Luna durante el tiempo geológico», señaló Petro.
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