Las serpientes son criaturas que, a la mayoría de nosotros, nos resultan temibles. Algunos estudios indican que evolutivamente se mejoró tanto la resolución de nuestros ojos para poder detectar a estos reptiles. Tal vez su siseo haya promovido que nuestro siseo (el «shhht») sea tan eficaz para callar a la gente: genera alarma.
Incluso hay serpientes, como la mamba negra, que pueden llegar a desplazarse a 16-19 kilómetros por hora en distancias cortas y un terreno plano. La mayoría de las serpientes más venenosas realizan mordiscos letales, pero otras, como la cobra, escupen para defenderse. Pero la más temible de todas, si nos centramos en su veneno, es el tapián del interior.
El taipán del interior vive mayoritariamente en Queensland, Nueva Gales del Sur y Australia del Sur. En un ataque es capaz de inyectar unos 60 mg de veneno, lo suficiente para matar a más de 50 personas adultas de envergadura media, o a 20.000 ratones. Otras estimaciones sugieren que nna mordida de taipán del interior puede contener suficiente veneno para matar a 125 personas adultas o 253.000 ratones.
Sea como fuere, su veneno es 200-500 veces más tóxico que la mayoría de las serpientes de cascabel y 50 veces más tóxico que el de una cobra.
Mide aproximadamente 1,80 metros de longitud, aunque especímenes más largos pueden alcanzar los dos metros. Su dieta está compuesta predominantemente por pequeños roedores, pequeños pájaros, ratas y raras veces marsupiales de Australia.
La serpiente marina más venenosa es la serpiente de Dubois. Suele habitar las aguas poco profundas de los arrecifes coralinos de Papúa Nueva Guinea, Nueva Caledonia y las zonas costeras septentrionales, orientales y occidentales de Australia.
Fuente: Xataka Ciencia
Por: Maria Laura Espinoza
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