El dramaturgo Marcos Purroy y el director Daniel Uribe reviven piezas de José Ignacio Cabrujas, Isaac Chocrón y Román Chalbaud en el Teatro Santa Fe.
Usted estará en un bar. En un burdel, para ser exactos. Olvidará que se encuentra en el lobby del Teatro Santa Fe y se abrirá paso entre mujeres con shorts de cuerina y escotes pronunciados y hombres que lucen camisas floreadas y pantalones acampanados. Sonará música de la década de los 70. Pasará frente a su mirada curiosa la mujer que regenta el lupanar, y pesará el aire entre tantos sueños rotos. A la mujer la llaman La Garza, al lugar El pez que fuma. A su creador se le conoce como integrante de la Santísima Trinidad del teatro nacional: Román Chalbaud. Puede también que usted comparta mesa con Zacarías, Gabriel y Ángel, de Los ángeles terribles (pieza también de Chalbaud); o se encuentre a su lado Pío Miranda de El día que me quieras (de José Ignacio Cabrujas); o vea a Eloy (protagonista en La revolución, de Isaac Chocrón) atravesar el burdel.
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Usted estará en una suerte de sueño, en el que las creaciones de Chocrón, Chalbaud y Cabrujas caminan a su lado. Así lo ha querido el dramaturgo Marcos Purroy y el director Daniel Uribe, junto con los 30 actores del laboratorio teatral del Centro de Directores para el Nuevo Teatro (CDNT) que interpretan el montaje Santísima trinidad. Y es que con tal despliegue de estrellas ficticias del trío de la dramaturgia moderna, la pieza no podría llamarse de otra forma. La obra, que se estrenará este viernes 9 de septiembre en el Teatro Santa Fe de Caracas, «es una experiencia más que un espectáculo», afirma Purroy. «Bailarás, te tomarás una cerveza, te tocarán las actrices que hacen de prostitutas, te hablarán al oído. No sabemos qué va a pasar ni cómo lo va a tomar el público, puede que sea muy invasivo. No sabemos hasta qué punto será un espectáculo irreverente. Pero la gente agradece los espacios no convencionales».
La experiencia teatral que se ofrecerá «se construyó en el laboratorio. Los alumnos escogieron diferentes escenas de obras emblemáticas de Chocrón, Cabrujas y Chalbaud, y yo puse orden dramatúrgico para la puesta en escena», añade.
Uribe, quien lidera el montaje, destaca que con Santísima trinidad el centro de formación teatral celebra sus 30 años de actividad en el país, conservando el espíritu de la práctica escénica no tradicional. Ya se repitió esta búsqueda en Fango negro -obra que se desarrolla en un autobús en movimiento- y en La máscara sobre el espejo -en la que el público termina sobre el escenario y los actores entre las butacas-.
En esta oportunidad, «todo vuelve a estar como al revés», dice Purroy. Tras mimetizarse con el ambiente de prostíbulo setentoso en el que se desarrollarán algunas escenas de El pez que fuma, los asistentes se dividirán en dos grupos. Recibirán una ficha roja o una azul y esto determinará su destino.
Unos serán conducidos a una representación de un fragmento de Tric Trac (de Isaac Chocrón) realizada por las prostitutas «en un cuarto que forma parte del burdel, como si fuera un apartado de una casa de citas. La gente se encontrará con todo lo que un lugar así podría tener, desde un catre hasta papel toilet». En paralelo, en otra sala, se desarrollará un monólogo sustraído de Acto cultural (de Cabrujas). Y mientras en una se disertará acerca del papel del voto en el sistema democrático, en otro se presentará un monólogo sobre la poca valoración que se tiene de la cultura nacional. Pío Miranda (de El día que me quieras) también tendrá presencia protagónica con su discurso sobre porqué es comunista, y no podía faltar Carlos Gardel.
«Será como una especie de microteatro», explica Uribe. «Luego, los grupos se turnan y finalmente se reúnen de nuevo para ver una escena de Los ángeles terribles que será como un acto mágico y religioso donde pediremos por el cambio y por nuestra Venezuela».
El director afirma que sin duda será una experiencia conectada con la realidad nacional. «Pero no seremos panfletarios. No queremos dar respuestas, queremos que la gente se lleve preguntas a sus casas. El teatro está hecho para reflexionar, su labor no es frivolizar ni banalizar. Y eso pasa hasta en la comedia. La risa es producto del humor, y el buen humor es inteligente», agrega.
Purroy y Uribe concuerdan en que la Santísima Trinidad debe su velo sagrado a su pluma visionaria. Dice el director: «Venezuela es cíclica, su discurso es retórico. Y estos autores nos hablan del país actual».
El Universal









