La recesión de la economía brasileña, que ya cayó un 3,9 % el pasado año, va a agravarse todavía más este ejercicio, con un desplome del 4,3 % y, según la OCDE, continuará en 2017 (caerá un 1,7 %) al calor de la incertidumbre política y las revelaciones de corrupción que minan la confianza.
En su informe semestral de Perspectivas, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) empeoró notablemente sus predicciones para Brasil con respecto a las de noviembre, cuando esperaba un descenso del producto interior bruto (PIB) del 1,2 % en 2016, seguido de una recuperación del 1,8 % en 2017.
La organización hizo hincapié en que las profundas divisiones políticas y la crisis aparejada, que no se ha resuelto con el proceso de destitución de la presidenta del país, Dilma Rouseff, han reducido toda expectativa de que se lleven a cabo reformas que permitan enderezar la situación, mientras la deuda pública no deja de engordar.
La consecuencia económica más visible es la pérdida de confianza de las familias y de las empresas, lo que se va a traducir en nuevos descensos del consumo: tras el 4 % en 2015, se espera un 4,8 % en 2016 y un 3,5 % en 2017. Y todavía más de la inversión: 14,1 % en 2015, 14 % en 2016 y 4,5 % en 2017.
UR