La psicología ocupa un destacado lugar en todas las disciplinas deportivas. Gracias a ella se pueden estudiar los procesos psíquicos y el comportamiento de los deportistas durante la práctica de cualquier deporte. De igual forma, se trabajan factores como la concentración, el control del estrés, el miedo y la seguridad en uno mismo.
No obstante, es en los deportes mentales donde la psicología cobra una especial relevancia. Actividades como el póquer o el ajedrez necesitan tomar determinaciones tácticas a tiempo real y poseer una valoración estimada del juego del adversario. También, es importante adelantarse a los pensamientos de los rivales y examinar todas las posibilidades que se puedan dar frente a ellos.
En el caso del póquer profesional, el factor suerte queda eclipsado ante otros elementos del juego como la destreza, la técnica y la psicología. Un jugador de póquer se puede dejar invadir por la alegría y la excitación de las victorias iniciales. Sin embargo, también cabe la posibilidad de sufrir la contrariedad y amargura de la derrota, por lo que la habilidad psicológica del jugador se hace imprescindible.
El estado anímico es un factor importante para los jugadores de póquer, junto con el desarrollo de sus habilidades en el juego. Controlar las emociones a favor de la partida es fundamental para salir campeón. De la misma manera, el desenlace del juego se tiene que valorar a la larga. Jamás se debe sentir miedo a perder, principalmente si el jugador piensa que ha actuado de manera adecuada, ya que la suerte es un componente imprevisible del juego.
Otro factor psicológico aplicable a este juego de cartas es el análisis del lenguaje corporal de los contrincantes. Es importante saber controlarse uno mismo y valorar los gestos que se realizan en los instantes de mayor presión. Un campeón de póquer debe estar atento a los movimientos y gestos de los rivales, ya que a través de estas acciones se puede averiguar la calidad de la mano o si juega de farol.
Detalles como llevarse las manos a la cara, encoger los hombros o respirar de manera desigual pueden revelar las intenciones o el juego de los rivales en el tapete. Además del movimiento corporal, un jugador de póquer debe analizar el factor psicológico del rival, para averiguar sus debilidades y utilizarlas en beneficio de su propio interés.
Como hemos podido observar la psicología y los deportes mentales, como el póquer, se encuentran estrechamente vinculados. Se trata de un factor determinante a la hora de estudiar y analizar los movimientos y las acciones de los rivales. Gracias a la psicología, aplicada a este juego, los jugadores pueden gestionar sus propias emociones y tomar las decisiones y estrategias adecuadas.
GV
