La primera transfusión de sangre exitosa se realizó el 29 de junio de 1667 en la ciudad de París, por el médico francés Jean-Baptiste Denýs desde una cabra a un ser humano.
Para la época, cuando una persona tenía algún mal era común desangrarlas para “curarlas” lo cual no siempre funcionaba con los pacientes, es por ello que se buscaron diferentes alternativas para combatir enfermedades.
El Dr. Denýs ya lo había intentado con sangre de perro sin éxito alguno, pero el 29 de junio de 1667 le inyectó sangre de cabra a uno de sus pacientes y este sobrevivió, se cree que por pura suerte, ya que muchos pacientes a los que se les aplicó el mismo método murieron luego de ser suministrado el vital líquido, por ello la implementación de esta práctica fue prohibida.
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