La postura: el lenguaje de tu cuerpo y tus emociones

La postura: el lenguaje de tu cuerpo y tus emociones

Los estados del ser humano están relacionados. Lo creo firmemente y en esta premisa baso mi forma de pensar y ser. Creo que el estado mental, el físico y el emocional están interconectados y unidos en un equilibrio muy inestable. Al menor cambio en uno de ellos, se desestabiliza el resto.

 

Es fácil de entender: un problema personal nos produce un estado nervioso que nos impide comer, se dice entonces que tenemos ‘los nervios agarrados al estómago’.El no comer nos lleva a sentirnos decaídos, tristes, apagados. Y esto nos conduce irremediablemente -si se prolonga en el tiempo- a la enfermedad y la depresión.

 

He puesto un ejemplo extremo para que se comprenda la importancia del equilibrio en nuestra vida entre todos los aspectos que la conforman. Físicamente, dicho equilibrio tiene su eje en la columna vertebral y su expresión es lo que llamamosla postura corporal.

 

La postura es una forma de hablar del cuerpo. Cuando estamos decaídos se puede apreciar porque echamos los hombros hacia delante, bajamos la cabeza, tratamos como de camuflarnos en el entorno. En cambio, si las cosas nos van de maravilla y nos encontramos en situación de presumir, se dice que ‘sacamos pecho’. Echamos los hombros hacia atrás y mantenemos el torso erguido.

 

Es importante que tratemos de cambiar la inercia postural. Es decir, que nuestro estado emocional y el mental no condicionen nuestra forma de estar y movernos, si no que con la postura ayudemos a cambiar nuestra actitud. Ese ‘estírate’ o ‘ponte recto’ que nos decían nuestras madres de pequeños iba siempre más allá de sentarnos bien o andar erguidos. Las madres son muy sabias; nos querían decir :‘espabila, muévete, reacciona’.

 

La postura tiene unas connotaciones de carácter animal, pero no os asustéis. Me refiero a que denotan nuestra relación con el entorno y con los demás. En este sentido existen las llamadas posturas de poder. Por ejemplo y sin ánimos de ofender, ¿en qué se parecen un orangután golpeándose en el pecho y la postura de un guardia de seguridad en la puerta de un club? Quizás en que los dos tienen los pies firmes, los hombros rectos, la espalda recta y los brazos cruzados esperando. Aunque poderosa, quizás esta no es la postura más adecuada para caminar por la vida con ligereza, elegancia o atractivo. La mejor, esa pose en la que tu cuerpo parece que flota ligeramente sobre el asfalto, la espalda y los hombros alineados y el abdomen hacia adentro.

 

Para conseguirlo, lo primero que debes hacer es practicar la respiración abdominal. Lo segundo, echar para atrás los hombros, casi hasta las caderas. Algo más: el paso firme pero ligero,sin arrastrar los pies. Cuando te pares, no cruces las piernas, a no ser que seas modelo de pasarela. De lo contrario parecerás cursi. Ahora, lo que no debes hacer: ir con la cabeza hacia delante, ‘a lo tortuga’. Lo mejor es que no te contonees, ya que ese movimiento de hombros resulta infantil ytampoco fuerces el cuello.

 

Poco a poco el cuerpo va adoptando la postura. Espero que lo consigáis. El resultado: autoconfianza, armonía y también menos problemas de espalda, respiratorios y digestivos. Como os contaba al principio, todo está conectado.

 

Fuente: Nosotras

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