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La política de los sillazos

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La política de los sillazos


 
Lo que ocurrió el sábado en el estado Zulia no es más que un preámbulo de lo que se espera de aquí a 2024. Es bueno que la oposición asuma que el chavismo no sabe hacer campaña de otra manera, pues para ellos medirse en un proceso electoral significa la posibilidad cierta de perderlo todo. Claro, si las elecciones son preparadas y realizadas con todas las garantías democráticas que ellos mismos niegan. Por eso, empiezan por el amedrentamiento.

 

 

Juan Guaidó tiene pautada una serie de reuniones con comunidades de varias regiones del país. El mensaje que lleva es el de la unidad y la necesidad de participar en unos comicios primarios. Nada de eso le conviene al chavismo. Por eso, cuando los activistas de Voluntad Popular preparaban la cancha en donde el presidente interino se reuniría con algunos vecinos, llegaron las hordas rojitas y comenzaron a lanzar sillas en contra de los presentes.

 

 

Es cierto que nada de esto es nuevo. Los chavistas tienen 20 años aplicando esta metodología apenas huelen algo que tenga que ver con elecciones, incluso durante el desarrollo de los comicios. Para eso creó Hugo Chávez los colectivos, para que “defendieran la revolución” por encima incluso de la Constitución.

 

 

Por  eso resulta extraño que los opositores se sorprendan con este tipo de sucesos. Deberían más bien estar preparados y dejar que se maten como Chacumbele, que el mundo conozca quiénes son los violentos. Para nadie es un secreto que los colectivos no tienen ningún reparo en usar armas de fuego, las cuales les han sido entregadas para defender esto que no tiene pies ni cabeza pero se empeñan en llamar revolución. No se trata de dejar de hacer este tipo de actos, pero hay que saber quién es el oponente y ser más inteligente –cosa que no es muy difícil en el caso que nos ocupa– para no poner en riesgo la vida de nadie. Los chavistas desconocen el derecho que tienen los venezolanos de agruparse y apoyar al que quieran. ¡No volverán!, suelen gritar, pero con estas acciones dejan en evidencia el miedo que les acompaña.

 

 

Como está visto que ya los opositores decidieron que hay que esperar hasta 2024 para las elecciones, deberían tomar en cuenta lo que ya es una constante: no hay libertad en el país ni para hacer campaña. Insistimos, no se trata de nada nuevo y es un obstáculo que va a seguir apareciendo. Más allá de la denuncia ¿qué tienen planeado para contrarrestar esta realidad?

 

 

Así como las elecciones necesitan cumplir muchas condiciones para ser verdaderamente democráticas, la campaña y los demás actos políticos necesitan ser respetados.

 

 

¿Quién está dispuesto a exigirle al gobierno chavista la libertad política que deben tener los ciudadanos? Expresar simpatías y apoyar las ideas que parezcan más convenientes son parte de los derechos que se violan en el país desde que asumió el poder el arañero de Sabaneta.

 

 

Los venezolanos necesitan una oposición preparada para luchar por lo que se les ha quitado. ¿Lo harán esta vez?

 

Editorial de El Nacional

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