LA ORQUESTA de Rafael Dudamel

LA ORQUESTA de Rafael Dudamel

Gustavo Dudamel fue ovacionado en el Teatro Colón de Buenos Aires, dirigiendo a la Sinfónica Simón Bolívar. Explicó que comenzó por amor a la música, pero con el tiempo se convirtió en un trabajo, donde intenta que no haya rutina y todo sea como la primera vez. “Uno puede tener un conocimiento completísimo de la música, pero si no logra convencer a la orquesta, todo es imposible. El trabajo de director es que los músicos la pasen bien y tengan experiencias importantes mientras tocan”, reflexionó la estrella de la dirección orquestal.

 

A 800 km de la capital argentina, entre la tranquilidad de las sierras de San Luis, Rafael Dudamel vive muchas cosas en común más allá de una lejana coincidencia en el árbol genealógico. Disfrutó del fútbol durante dos décadas como arquero y ahora continúa haciéndolo al dirigir a músicos del balón de hasta 17 años que se unieron con la ilusión de llevar a Venezuela al Mundial de Emiratos Árabes 2013.

 

El salón reservado para la delegación nacional en el hotel Quintana está adornado por una gran bandera venezolana, otras pequeñas en cada mesa y una serie de mensajes con color de fondo vinotinto: “Tu actitud y comportamiento deben estar a la altura de tus sueños”, “Convicción y fe, ingredientes vitales para alcanzar el éxito”, “Cree en ti, confía en ti y triunfarás”, “Los sueños vienen en tallas grandes para que puedas crecer con ellos” y “Cuanto más difíciles sean nuestras batallas, más satisfactorios serán nuestros triunfos” entre otros, con una leyenda abajo que dice “Vinotinto Sub17 Mundialistas”.

 

Antes de cada juego, en el vestuario se instala desde temprano el equipo de sonido, que amplifica salsa, reggaetón y música llanera. Además de la pertenencia que sienten el barinés Andrés Benítez o los portugueseños Franko Díaz y Ronaldo Peña, tienen una explicación más amplia del director técnico:

 

“Lo que hemos querido es invadir la mente de nuestros jugadores en esos pequeños detalles, la manera de encontrar ese sentimiento nacionalista que hemos visto en otros países y que a nosotros los venezolanos nos ha faltado tanto. Tenerlo adentro, identificarse con lo nuestro, tener nuestra propia identidad. De ahí las banderitas en cada mesa, la bandera sobre el comedor, cada mensaje acompañado con el color vinotinto, el escudo de la Federación, la bandera. Y sin perder aquello que uno ha visto en la experiencia de otros entrenadores, nunca quitarles la alegría. Cercano a los partidos, en esos momentos de exigencia, los muchachos encuentran en su música esa alegría, esa fuerza interna con la que elevan la intensidad de su trabajo”.

 

—¿Qué moviliza al cuerpo técnico?

—Nuestra manera de drenar es el trabajo, la cancha, la programación, es lo que más disfrutamos. Que eso produzca una gran satisfacción y un orgullo en nuestros seres queridos y de nuestro país.

 

—La Vinotinto se colocó entre los seis grandes de Sudamérica, pero los favoritos siguen siendo los otros. ¿Cómo lo toman?

—Dejémoslos tranquilos, que sigan opinando de esa manera y nosotros haciendo nuestro trabajo. Mientras menos nos tomen en cuenta, mejor para nosotros. Que la responsabilidad recaiga sobre los otros, después partirá de nuestra capacidad, de nuestra convicción, de nuestra fe, luchar como siempre lo ha sido, con nuestra vida para cada tres puntos, En el momento da un toque de amargura, pero también de satisfacción al ver a los organizadores correr de un lado para otro, cambiar las reservas; cuando todo estaba programado para el regreso de Venezuela, los que se fueron son otros. Forma parte del juego y lo entendemos así. Seguiremos rompiendo esquemas.

 

—¿Cuál es el balance, ya superada la primera etapa?

—Es positivo desde todo punto de vista, no solo por la clasificación que es consecuencia de la forma cómo respondimos a las diversas circunstancias, sino también por el alto grado de madurez que van adquiriendo nuestros futbolistas, estos jóvenes que empiezan a vivir el mundo internacional, de élite y que han sabido escuchar, han creído en nuestro mensaje y ello les ha permitido contar con herramientas valiosas. Es positivo el análisis, también por los resultados, por el control de las emociones, por la fortaleza, con el carácter con que nuestros jóvenes se levantaron en todas las situaciones. Es un buen indicio que nos permite encontrar correctivos sobre 10 meses de trabajo.

 

—Ahora hay más días entre los partidos. ¿Cómo se trabaja con este calendario?

—Por sobre todas las cosas recuperar a los jugadores que estuvieron en más partidos, que anímicamente estén muy bien. A los que no vienen jugando, hay que integrarlos, hacerlos sentir importantes, como realmente son, que no les sorprenda nada, estén preparados, se exijan al máximo, tienen que trabajar el triple. Cuando les ha tocado jugar se han visto sorprendidos, han entrado con tal ansiedad que a veces desentonan. Es encontrar el equilibrio en el equipo, repasar, que mejore en el lado colectivo. Han entendido que desde el orden defensivo y la actitud se empiezan a disputar los partidos, pero en nuestra zona de ataque nos faltaba ser efectivos, necesitamos más volumen de juego para que nuestros delanteros no tengan que batallar tanto y puedan encontrarse con más oportunidades.

 

Son dos semanas de mucha exigencia, sobre todo desde lo mental, ahora estamos los mejores, nos vamos a mirar con mucha más precaución. Tener partidos cada 3 o 4 días nos va a permitir programar mejor cada encuentro, recuperar mejor a nuestros jugadores, levantarlos, asentarlos, buscar más la repetición desde lo táctico y seguir creciendo.

 

—¿Cómo se trabaja con estos muchachos a los 16 años, una edad en la que sus amigos salen y se divierten, mientras ellos viven concentrados?

—Nos corresponde conseguir esas estrategias para hacerlo dinámico, con gran armonía, diferente, que no caigamos en la monotonía del día a día. El discurso debe ser contundente buscando convencer al jugador. En nuestras charlas, nuestros mensajes, siempre partes de la realidad, desde la experiencia, queriendo adelantar a nuestros jugadores a lo que se les pueda presentar y eso a ellos les abre los ojos, les permite mas fácilmente entender lo que se está en juego. Hemos atacado la mente con más fuerza.

 

—Tú entendiste el profesionalismo en una época de indisciplina y desde entonces se maneja la idea de que no se le puede dar libertad al jugador venezolano…

—Son estilos. Y todo va en la formación que uno haya tenido. Yo nunca necesité del rejo, de la presión para rendir. Me formé bajo el esquema del respeto, futbolística y familiarmente, la confianza, la responsabilidad. Y bajo ese mismo esquema, actúo ahora con mis dirigidos, en mi casa con mis hijas y en mi vida familiar. A todos nos queda una huella y nos sentimos marcados. Nosotros como cuerpo técnico crecimos bajo ese esquema del profesionalismo, la confianza y orientamos al jugador con esa línea. Después el que falla lamentablemente no puede estar bajo nuestra dirección, pero la mayoría va entendiendo que es la manera como el ser humano se siente respetado.

 

—¿Cómo vives tú la concentración en esta etapa?

—El jugador se desgasta desde lo físico y nosotros en lo mental. Pensamos cómo hacérselo fácil y de esa misma manera se nos hace fácil a nosotros. Nuestra sensación agradable, de satisfacción, parte por la tranquilidad y el disfrute de los jugadores. Verlos trabajar con un buen nivel de aceptación a nuestra propuesta es una alegría. Es lo que nos apasiona, así como el jugador lo ha elegido como carrera, nosotros también. Esto no lo ha impuesto nadie, lo hacemos porque es nuestra profesión y nuestro disfrute.

 

—¿Se sufre de otra manera desde afuera?

—Se sufre, pero forma parte de nuestro disfrute, porque cuando tú no sufres te está dando lo mismo ganar o perder. Es porque vives tu carrera con intensidad, es porque estás siempre luchando pata ganar, apostando por el triunfo. Muy emocionante, fascinante, el sufrimiento forma parte de este bonito rol de director técnico donde sabemos que los resultados están por encima de todo y que a veces nos olvidamos de la categoría de la que estamos hablando. Pero la paso bien, les digo a los jugadores que somos privilegiados ganándonos la vida haciendo lo que nos gusta, una frase que se escucha en todos los pasillos de fútbol, pero que pocos la analizan con profundidad. Pero hay que hacerlo para ganar y poder marcar diferencias.

 

—¿Qué diferencia marca haber vivido estas etapas como jugador?

—Todo lo que viví como jugador es sumamente valioso, como manejar ciertas circunstancias en momentos apremiantes. Al saber cómo piensa el jugador, se puede uno anticipar a los acontecimientos y es una ventaja. No tengo nada contra los técnicos que no jugaron en el primer nivel, pero no puedo negar que es una gran ventaja, por lo menos para mí lo ha sido. Saber cómo piensa, qué siente, cómo reacciona el jugador es una gran ventaja para nosotros.

 

—¿Cómo te resulta la comunicación con tu cuenta de twitter (@rafaeldudamel)?

—El respaldo ha sido espectacular, nos llena de mucha fuerza interna. Trato de ser cuidadoso con lo que escribo, pero como integrante de nuestra selección nos debemos al país y así como en todo momento estamos dispuestos a atenderte a ti en San Luis, la mejor manera de tener contacto con los demás medios y con la afición es a través de esa red social. Lo disfruto mucho, no soy de interactuar tanto, pero sí dejarles saber lo que significa representar a nuestro país. Lo hago mucho por eso, siento ese cariño, ese respaldo y eso para nosotros es demasiado fuerte.

 

—¿Cuál es la relación entre ese momento de la Sub-17 y la Vinotinto de mayores?

—Es un crecimiento conjunto. Sabemos que es otro nivel el Mundial de Brasil 2014 que el de Emiratos Arabes 2013. Hemos apostado a ganar formando, no nos interesa ganar a cualquier costo. Queremos formar jugadores para la selección mayor.

 

—El sueño de los jugadores es llegar a la Vinotinto. ¿Y el tuyo?

-Me quiero quedar mucho tiempo en las selecciones nacionales. Ya llegué a donde todos los técnicos quieren llegar. Y por supuesto mi meta es dirigir un día a la selección de mayores. Tengo la mayor admiración por el trabajo del profesor César Farías y también por el trabajo del profesor Marcos Mathías, pero así como cuando era jugador me trazaba metas, también lo hago como entrenador.

 

Edgardo Broner / Especial San Luis, Argentina

Fuente: Panorama

 

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