La atracción física es una chispa que activa un galón de gasolina hecho de deseo: pero antes de que salten las chispas, nuestros cuerpos captan sensorialmente el cuerpo del otro, aún antes de tocarlo, tradicionalmente a través de la mirada o el oído. ¿Pero la chispa de la pasión podría encenderse espontáneamente a través del olfato, un sentido al que en Occidente se le presta tan poca atención?
Antes eran citas a ciegas, pero ahora son fiestas de feromonas: un bar en la zona este de Londres fue sede de la primera fiesta de feromonas este mes, y los resultados fueron como podría esperarse: apestosos.
Pero primero, ¿qué son las feromonas? Las feromonas (cuya existencia ni siquiera queda muy clara para la ciencia) son detonadores químicos de la atracción sexual, los cuales transportan información que las potenciales parejas sexuales decodifican y desencadenan los signos de atracción que todos conocemos.
Las feromonas supuestamente son captadas por el olfato, y un mito popular dice que las feromonas están presentes en el sudor humano. Para las fiestas de feromonas, la idea es que los asistentes coloquen una prenda de ropa usada (interior o no) en una bolsa con cierre hermético (ya saben, para que los humores no se desvanezcan).
Heteronormativamente, los hombres colocaron sus prendas en bolsas azules y las mujeres en bolsas rosas. La idea es que los asistentes huelan varias bolsas con el objetivo de conocer al amor de sus vidas a través del olfato.
Una reportera del Guardian asistió a la fiesta, y escribió que “luego de meter la nariz en varias bolsas me pareció claro que existían tres categorías distintas de olores: el ‘realmente no huelo nada más que detergente de ropa’, las rebosantes de colonia para después de afeitar, y las de ‘maldita sea, ¿alguna vez has pensado en comprarte desodorante?’”
La compatibilidad genética seguramente sería una ventaja evolutiva, pero algunos de sus métodos parecen muy poco románticos. Si pensamos en el olor de alguien que nos gusta, que nos vuelve locos, nos inundan sensaciones placenteras; pero pensar en meter la nariz en una Ziploc con los calzoncillos de un desconocido puede ser desagradable, por decir lo menos, ni qué decir que un plan para pasar el fin de semana.
Fuente: AvantSex