China y Estados Unidos volvieron a enzarzarse ante un posible conflicto por Taiwán, isla sobre la que Pekín reclama su soberanía sin que haya «concesiones posibles» mientras Washington aclaró que defenderá el territorio si lo atacan.
La “nueva Guerra Fría” entre China y Estados Unidos se extiende ya a campos como el armamentístico o el de la inteligencia.
Los analistas pronostican un escenario en el que el diálogo deberá ejercer de contrapeso ante la creciente rivalidad geoestratégica entre ambas superpotencias.
En las últimas semanas, han aumentado las tensiones bilaterales por el acuerdo de defensa AUKUS entre Washington, Canberra y Londres; las tensiones en Taiwán y el mar de la China Meridional, o las acusaciones de que Pekín ha probado misiles hipersónicos.
El giro estadounidense hacia el Indo-Pacífico, escenificado mediante el AUKUS y la primera cumbre del grupo Quad para consolidarlo como un pilar democrático frente a una China cada vez más asertiva.
Es algo que exaspera enormemente a Pekín, que ve este movimiento como hostil y desesperado para impedir un ascenso “inevitable” y “pacífico”.
“La comunidad internacional no quiere saber nada ni de divisiones ni de Guerras Frías. Pero, Estados Unidos no deja de buscarlas con estas camarillas. Anteponen sus intereses geopolíticos a la estabilidad global”, criticó recientemente la Cancillería china al referirse al pacto AUKUS.
Solo en septiembre y octubre, la frase de que “Washington y sus aliados deben abandonar la mentalidad de Guerra Fría” salió más de veinte veces.
“La situación actual es de ‘pseudoguerra fría’, pero no es como la anterior por la interdependencia económica. De ahí que ambas partes aún quieran mantener el contacto”, comenta a Efe el politólogo Joseph Cheng, de la Universidad de Hong Kong.
Ambiciones estratégicas en la nueva Guerra Fría
Por otra parte, las recientes maniobras militares chinas en Taiwán, formarían parte de la estrategia del presidente chino, Xi Jinping. Esto, para reforzar su poder.
Desde Taipéi, algunos altos funcionarios pronostican que la política exterior china podría ser “aún más agresiva” tras el Congreso del Partido Comunista (PCCh) del año que viene, en el que Xi opta a un tercer mandato.
Que Estados Unidos defienda o no a Taiwán en caso de que China la invada -como aseguró el jueves el presidente Biden- sigue siendo la pregunta del millón.
Otro escenario habitual del toma y daca sino estadounidense es el mar de la China Meridional, zona estratégica militar, rica en recursos naturales y clave para las rutas comerciales globales.
Buques estadounidenses navegan con regularidad por estas aguas en las que China ha construido instalaciones castrenses aprovechando su proximidad a varios islotes del espacio marítimo, que también se disputan Taiwán, Vietnam, Filipinas, Malasia y Brunéi.
Pekín exige a Washington que ponga fin a esas “operaciones militares”, que “aumentan el riesgo de accidentes y fugas nucleares”.
Esto, al tiempo que realiza junto a Moscú maniobras en el mar del Japón para “devolver el equilibrio a la región”, según la prensa local.
Cheng cree que estos roces son inevitables dadas las “ambiciones estratégicas” de ambos en un momento en que Washington insiste en mantener a raya a China mientras Pekín busca “mantener una capacidad de respuesta creíble”.
“Quieren superioridad en zonas a las que no tienen acceso o en las que éste les sea denegado y, sobre todo, construir una flota de alta mar”, explica.
Riesgos de una carrera nuclear
Mientras, en Pekín se aferran a la máxima de que su relación con EEUU “no es de competición ni de confrontación”, y que es posible una “coexistencia pacífica”.
Pero las alarmas han saltado en la Casa Blanca ante las informaciones que apuntan a que China estaría “ajustando” su arsenal nuclear y habría probado un misil hipersónico con esa capacidad.
El secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, acusó a China de “avivar las tensiones” por la prueba.
Por otra parte, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, agregó que “China se está desviando de su estrategia” de no poseer más armas nucleares.
En opinión del analista Shi Yinhong, “China necesita ser capaz de superar los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses” desplegados en la zona.
El arsenal chino sigue siendo “significativamente menor” que el de los Estados Unidos, comenta Shi al rotativo South China Morning Post, que cifra en 350 las ojivas nucleares que posee Pekín por las 4.630 de Moscú y las 3.750 de Washington.
La CIA, a escena
Además, en los últimos años, Washington ha acusado a Pekín de “espionaje masivo”, lo que ha llevado a la inteligencia estadounidense a contraatacar.
Este mes, la CIA anunció la apertura de un centro con más recursos y “un mejor posicionamiento de sus agentes”.
Esto, para recopilar información sobre el gigante asiático, lo que ha provocado un nuevo terremoto propatriótico entre los internautas chinos.
Reprenden por decir que “un Gobierno chino cada vez más beligerante” es “la amenaza geopolítica más importante” que EEUU afronta en el siglo XXI.
El analista Cheng opina que, al margen de la retórica, tanto Washington como Pekín son “plenamente conscientes” de que una nueva Guerra Fría es a largo plazo.
“Dialogan sin demasiadas expectativas, pero, en el fondo, les gustaría evitar que esta competición fuese costosa, incontrolable y peligrosa”, dice.
“Pero a medida que China gane fuerza la rivalidad será cada vez más intensa. Y llegará un momento en que quizá no haya forma de suavizar las discrepancias entre ambos”.
EFE