La sensación del equilibrio se sustenta en tres mecanismos: la identificación visual de los objetos, la percepción inconsciente de la fuerza gravitatoria (sentir dónde están “arriba” y “abajo”) y la estimulación del sistema vestibular del oído interno, encargado de detectar la estabilidad del organismo.
Cualquier cambio inesperado de la dirección o del sentido del movimiento produce una agitación igualmente brusca del líquido contenido en el oído interno, al tiempo que fuerza al sistema visual a “agarrarse” a alguna referencia física. Para que el mareo aparezca es necesario que los tres mecanismos que sustentan el equilibrio se vean alterados; si uno de ellos no se altera, el mareo no aparece.
Una vez que se produce el mareo, hay una zona del cerebro que se estimula y, a su vez, pone en marcha el mecanismo del vómito.
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