Con la atención global centrada en los conflictos en Gaza y Ucrania copando la información internacional, parecería que, milagrosamente, el resto de los enfrentamientos hubieran desaparecido del mapa, sobre todo en África, que hasta la fecha es el continente más afectado por la violencia. La olvidada guerra de Sudán ya se ha cobrado al menos 15.000 vidas, provocando la casi total destrucción del país y su sociedad.
Prácticamente dos años de guerra civil entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) han dejado un legado de catástrofes, saqueos, violaciones, asesinatos y hambre, en un país tristemente acostumbrado a la violencia desde hace décadas. El conflicto en Sudán ha desencadenado una crisis humanitaria de proporciones extremadamente alarmantes
La guerra ha creado la crisis de desplazados de más rápido crecimiento del mundo, con casi 11 millones de personas que huyeron de sus hogares en los primeros meses de conflicto, la mitad de ellos menores de 18 años. Hay más chicos desplazados que en ningún otro lugar del planeta, con 19 millones de niños sudaneses que no están escolarizados. Las consecuencias económicas y políticas de esta guerra afectarán a generaciones.
La violencia de género es una de las consecuencias más atroces del conflicto en Sudán. Según informes de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), casi 7 millones de personas están en riesgo de sufrir violencia de género. Reportes de diferentes organizaciones afirman que las mujeres y niñas sudanesas se enfrentan a niveles alarmantes de violencia, explotación sexual y trata de personas, tanto en las zonas de conflicto como durante los desplazamientos y en los países de asilo.
Un reciente informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) arroja luz sobre esta crisis. Desde el inicio de 2024 se han documentado 221 violaciones contra niños, incluidos cuatro de solo un año de edad y otros 12 también entre menores de cinco. Del total de supervivientes, dos terceras partes son niñas y el resto son niños, y a ellos se suman 77 casos de agresión sexual, más reiterados intentos de violación.
Aunque el reporte no concluye quiénes son los responsables de las violaciones, un informe de las Naciones Unidas de octubre pasado, señalaba a los paramilitares de las Fuerzas Rápidas de Apoyo (RSF). El alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, subrayó que más de la mitad de los casos de violación denunciados en Sudán eran violaciones colectivas, un indicio de que la violencia sexual se está utilizando como arma de guerra.
Sudán, protagonista de la más grave crisis humanitaria del mundo por muertes, desplazamientos forzosos y hambruna, tenía uno de los principales programas de ayuda humanitaria de Estados Unidos, cancelados poco después de la llegada de Donald Trump a la presidencia de ese país.
Es crucial que la comunidad internacional, a través de la negociación, logre conseguir que las partes enfrentadas depongan las armas y que se adopten medidas inmediatas para garantizar la protección de mujeres y niñas, fomentando su inclusión en las negociaciones de paz, ya que junto con los activistas de la sociedad civil son la columna vertebral de la resistencia y la esperanza en Sudán.
Editorial de La Nación
Una familia sudanesa que debió huir de su hogar por los combates en ese país
JUAN CARLOS TOMASI/MSF