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La «mujer barbuda» austriaca gana Eurovisión; Ruth Lorenzo entra en el top10 (VIDEO)

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La «mujer barbuda» austriaca gana Eurovisión; Ruth Lorenzo entra en el top10 (VIDEO)

Conchita Wurst devuelve el triunfo a Austria 48 años después de su última victoria. España, décima con los votos de 16 países

 

Conchita Wurst, con el premio del concurso tras ganar el festival

 

La misma historia de siempre. Ni el baile bajo la lluvia de Ruth Lorenzo en la gran final de Eurovisión celebrada anoche en Copenhague ha puesto fin a los 45 años de sequía que nuestro país arrastra en el festival. Y todo pese a que la murciana, como ella mismo deseaba, brilló como un diamante sobre el escenario derrochando voz gracias a su «Dancing in the rain» en una impecable puesta en escena donde el agua fue el gran protagonista. Sin embargo, con su actuación España quedó finalmente en décimo lugar gracias a los 74 puntos otorgados por 16 de los 37 naciones que han concursado en la edición de este año.

 

Así, Ruth Lorenzo consigue el mejor resultado en las últimas diez participaciones de nuestro país igualando a Pastora Soler y su «Quédate conmigo» de 2012. Albania fue el más generoso con nosotros premiándonos con el único «twelve points» de la noche. Reino Unido, lugar en el que Ruth saltó a la fama tras concursar en el programa «X-Factor» y en el que la murciana había depositado muchas esperanzas para las votaciones, sólo nos correspondió con cinco puntos. Y Portugal, aliada de nuestro país durante buena parte de nuestra historia eurovisiva, esta vez nos dejó sin nada.

 

 

 

La representante española no pudo contar por razones logísticas con lluvia real para realizar la escenografía, pero ella cumplió su promesa de mojarse en el escenario saliendo a cantar con el pelo húmedo y completamente suelto. Además, para el inicio de la actuación contó con una agua virtual para simular esa deseada lluvia, un efecto reforzado con charcos en el suelo y fragmentos de luz blanca cayendo en vertical gracias a los leds del cubo metálico que protegían el escenario. Los espectadores, incluso, animaron a la cantante encendiendo las luces de sus teléfonos móviles creando un mar de estrellas en todo el estadio.

 

«No me vale el resultado porque quería ser la primera. Pero estoy muy feliz por el trabajo hecho. Siento muchísimo no haber traído el festival a España», comentaba la artista en su primer encuentro ante los medios tras el concurso. Sin embargo, la experiencia para ella ha sido tan positiva que ya se postula para regresar en futuras ediciones. «Quiero repetir, quiero volver a representar a España en Eurovisión. Me ha encantado la experiencia. Y el que venga el año que viene, que se lo curre mucho»

 

Austria gana 48 años después

 

La gran protagonista de la noche fue Conchita Wurst. La «mujer barbuda» cumplió con los pronósticos y consiguió que Austria volviera a ganar el festival después de 48 años. Con una impecable actuación, la artista desplegó sus alas como el ave Fénix de su canción para conquistar a los más de 170 millones de espectadores que vieron la gala.

 

 

«Resurgiré de las cenizas, buscando algo mejor que la venganza. Fuiste avisado. Una vez que yo me he transformado, que he renacido, me elevaré hasta el cielo. Tú me empujaste hacia abajo, pero yo voy a volar», dice la letra de su tema en una clara referencia a la propia historia de Conchita Wurst, una luchadora constante por el reconocimiento y el respeto. Una batalla que incluso tuvo que librar durante su paso por el certamen, cuando varias asociaciones de países del este pidieron a sus respectivas televisiones públicas que boicotearan su actuación.

 

Y es que detrás de esa barba hay un mensaje en favor de la tolerancia. El joven Tom Neuwirth, su nombre real, sufrió marginación y desprecio por su condición de homosexual durante la adolescencia. Tras quedar segundo en «Starmania», un programa busca talentos de la televisión pública austríaca en 2006, formó parte brevemente de un grupo musical que no alcanzó la fama. En 2011, después de este revés en su carrera, se reinventó a sí mismo y apareció en un nuevo concurso ya como Conchita Wurst. Con una cuidada y cerrada barba, maquillaje, melena, zapatos de tacón y vestido largo de mujer, enmudeció a toda la audiencia interpretando el famoso «My heart will go on» de Celine Dion. Había nacido una estrella.

 

Desde entonces, hace gala de un humor ácido y sarcástico para defender los derechos de las minorías sexuales y evitar que otros chicos jóvenes, como le pasó a él, se sientan oprimidos y rechazados por su condición. «Este triunfo se lo dedico a aquellos que creen en el futuro, la paz y la libertad», dijo entre lágrimas tras la victoria.

 

 

En la vida diaria, Conchita no es Conchita. Cuando cae el telón, Tom se quita los tacones y cuelga en el armario sus vestidos para volver a ser el chico introvertido que casi nadie conoce y que pasa totalmente inadvertido. Todo lo contrario que cuando se sube al escenario. Porque anoche, durante la final del festival de Eurovisión, emergió como el ave Fénix ante toda Europa para reivindicar la igualdad en medio del júbilo de un público entregado.

 

Pitos para Rusia

 

El tema country «Calm after storm» le dio anoche la medalla de plata a Holanda, un país que como Austria no había conseguido grandes resultados en los últimos certámenes. La sueca Sanna Nielsen fue tercera y el armenio Aram Mp3, otro de los fuertes candidatos, finalmente concluyó cuarto.

 

El conflicto con Kiev le pasó factura a Rusia también en Eurovisión. Las gemelas Tolmachevy fueron abucheadas por el público danés cada vez que recibían puntos debido a la situación crítica en el este ucraniano y la permisividad de Putin con respecto a la ola homófoba que se extiende por todo el país y que choca frontalmente con el apoyo manifiesto del festival a la comunidad gay. Pese a todo, hubo tregua entre ambas naciones en las votaciones: Ucrania le dio cuatro puntos a Rusia y Moscú, siete a los ucranianos. Tampoco se libró de la polémica Polonia, cuya actuación algunas asociaciones tildaron de misógina y machista por mostrar a dos mujeres lavando la ropa o haciendo mantequilla en posición muy provocativa.

 

El festival también contó con sus habituales excentricidades: el hombre-hámster que corría en una rueda gigante durante la actuación ucraniana, la trapecista de Azerbaiyán que giraba en el aire ayudándose de un columpio, la desaparición de la rumana Paula Selin a través de un holograma o los saltos en la cama elástica del trío griego. Un certamen, en definitiva, que sigue muy vivo y que gracias a Conchita Wurst regresará a Viena casi medio siglo después.

 

Fuente: ABC

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