La migración indocumentada en Estados Unidos ha experimentado un aumento drástico en los últimos años, pasando de 10,7 millones en 2019 a 13,7 millones a mediados de 2023, lo que representa un incremento de 3 millones de personas, el más alto desde principios del siglo XXI. Este aumento, según un informe del Instituto de Política Migratoria (MPI) publicado este martes, refleja la creciente presencia de migrantes de Suramérica y el Caribe, con un fuerte incremento en la llegada de venezolanos.
Venezuela, que ha atravesado una crisis económica y política sin precedentes en la última década, es uno de los países que más ha contribuido a este fenómeno. La migración venezolana ha aumentado exponencialmente, impulsada por la falta de oportunidades, la represión política y la violencia interna.
Desde 2019, Venezuela ha sido uno de los principales países de origen de los migrantes indocumentados que intentan ingresar a EE. UU., una tendencia que se ha intensificado desde que las políticas fronterizas de la administración de Joe Biden comenzaron a aplicar mecanismos de “parole” humanitario, lo que ha alentado a más migrantes a intentar el cruce de la frontera sur.
El informe destaca que a mediados de 2023, los migrantes indocumentados representaban el 26% de todos los extranjeros en EE. UU., un número que continúa creciendo. Venezolanos, hondureños, guatemaltecos y salvadoreños han sido los principales grupos en este auge. Sin embargo, es particularmente relevante el caso de los venezolanos, quienes se han convertido en uno de los grupos de migrantes más significativos en la frontera sur. La situación en Venezuela ha empujado a millones a huir del país en busca de mejores condiciones de vida, lo que ha incrementado la presión sobre las políticas migratorias de EE. UU..
El incremento de la migración venezolana está estrechamente relacionado con varios factores, entre ellos, la inestabilidad política que ha afectado al país, así como el colapso de la economía, la falta de alimentos, medicinas y empleos. Además, la violencia de las pandillas en varios países de Centroamérica, como Honduras y El Salvador, ha incentivado a miles de familias a buscar refugio en EE. UU., lo que también ha afectado a muchos venezolanos que se desplazan por la región.
El reporte también señala que, aunque México sigue siendo el país con la mayor cantidad de migrantes indocumentados en EE. UU., el crecimiento de migrantes venezolanos ha sido uno de los más pronunciados, especialmente después de que en 2021 se establecieran políticas que flexibilizaban la entrada a EE. UU. para aquellos que llegaban de forma irregular, lo que permitió a muchos venezolanos acceder a la protección temporal, conocida como TPS (Estatus de Protección Temporal) y a otros permisos humanitarios.
Resalta los efectos devastadores de la migración indocumentada en las familias, especialmente en los menores de edad. Aproximadamente 6,3 millones de niños viven con al menos un padre que tiene estatus migratorio irregular en EE. UU., de los cuales solo 1 millón tiene ciudadanía estadounidense. Estos niños, en su mayoría nacidos en EE. UU., se ven atrapados en un limbo legal que afecta gravemente sus oportunidades educativas y de desarrollo.
Advierte que, debido a las políticas migratorias estrictas y a la falta de acceso a programas de asistencia pública, estos menores enfrentan desafíos enormes. La amenaza constante de separación familiar y las restricciones legales de sus padres para acceder a trabajos formales o servicios médicos agravan aún más su situación.
Además, alerta sobre la necesidad de reformas migratorias más estructuradas, ya que la situación de los migrantes venezolanos y de otros países de Centroamérica sigue siendo una de las principales preocupaciones en