La encuesta más reciente de la firma Meganálisis, que se puede consultar en la cuenta de X @Meganalisis, explora la opinión, percepción y sentir de los venezolanos después del 28 de julio. Después del fraude. Un dato entre tantos sobre la actualidad venezolana indica que 40,6% de los consultados en una muestra de 1.215 personas estaría pensando en irse de Venezuela; 31,1% se muestra indeciso y 28,3% no lo tendría en sus planes.
Aunque era un sentimiento previsible, dado el desenlace hasta ahora del proceso electoral en el que se votó rotundamente por el cambio político, sorprende el elevado porcentaje que piensa en hacer las maletas y asumir el riesgo de emprender una nueva vida fuera del país. No soplan en el mundo vientos a favor de la inmigración; todo lo contrario, países en Europa y en la América más al norte toman, o están por tomar, medidas disuasivas contra la avalancha de migrantes.
Para nuestro país no es una buena noticia. Habrá aún menos fuerza de trabajo para atender áreas tan sensibles como la educación y la salud, y para reactivar el desmembrado aparato productivo del país en todos los ámbitos. Y se sabe, además, que los venezolanos en el exterior pierden, por la mano larga del régimen, sus derechos políticos, como ocurrió en la elección del 28J. No es que los que se queden preserven esos derechos consagrados en la carta fundamental, porque la represión indiscriminada siembra el terror como mecanismo eficaz para desalentar la participación política.
Dos datos más, uno más oficial que el otro, más certero, confirman que muchos venezolanos persisten en la idea de labrarse un destino en cualquier parte, puesto que el régimen de Nicolás Maduro se lo niega en su país. Una nota de Europa Press registra que 38% de las 140.652 peticiones de asilo en España entre enero y octubre de este año son de venezolanos, que se fueron en su mayor parte, con seguridad, antes incluso de la fecha electoral. El otro dato viene de la frontera con Colombia, que habría sido cruzada por 3.000 venezolanos al día durante el pasado mes de octubre, según reporte de William Gómez, analista en comercio exterior, migración y fronteras.
Parece inconcebible que ante un panorama previsible y potencialmente desestabilizador para la región, la fuerza de organismos como la OEA y la Celac apenas se aprecie. Hace dos días se inauguró en Cuenca, Ecuador, la vigésimo novena Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, que se vienen realizando desde 1991. Es la propia expresión de la desunión regional: los mandatarios ausentes triplican a los que acuden a la cita, desalentada por el asalto a la Embajada de México en Quito el pasado abril por órdenes del gobierno de Daniel Noboa.
Los hechos parecen llevarse por delante las endebles instituciones regionales, lo que es ganancia para los tiranos que gobiernan en esta parte del mundo y se escudan, hipócritamente, en el argumento de la no injerencia de sus asuntos. Sus asuntos son la rapiña y el abandono, la represión y la exclusión. Persistir en el cambio político es más urgente que nunca, para rescatar la república, para en verdad seguir el ejemplo de los libertadores y los hombres de letras y de la política que concibieron una Venezuela libre, soberana, una tierra de progreso y abierta al mundo.
Editorial de El Nacional