Desde que el Derecho como materia legal se instauró en la sociedad, existen muchos papeles que parecen ser superiores a la razón humana y al voto colectivo. Por su parte muchos de los que se atreven a decir que la Luna y otros objetos celestes les pertenecen se apoyan en estos textos legales.
Uno de estos casos es el de Dennis Hope, quien reclamó la Luna como su propiedad, argumentando que en toda la historia nadie lo había hecho. Por otra parte un acuerdo firmado por la ONU (previo al reclamo de Hope) prohibía la adquisición de todos los elementos del espacio por ningún país, pero nunca se trató de personas individuales, de ahí el reclamo de Hope.
Otro caso un poco anormal es el de Martin Juergens, un alemán que asegura que su familia es dueña de la Luna desde el siglo XVIII, aunque dice no tener ningún papel que confirme la propiedad de la misma.
Un caso aún más espectacular es el de tres hombres procedentes de Yemen que acusaron a la NASA por haber invadido este planeta, el cual parece pertenecer a ellos y a su familia. Supuestamente son dueños de Marte desde hace más de 3000 años.
Siguiendo la oleada de locura, James T. Mangan declaró en 1948 que era dueño de todo el universo y comenzó a vender parcelas del mismo con un tamaño similar a la tierra por un dólar. Créanlo o no, ganó una fortuna.
Existen tratados en relación a la pertenencia de la Luna y otros objetos celestes, aunque solamente en relación a la propiedad por parte de países, no hablan directamente sobre la propiedad que puedan ejercer personas o empresas individuales.
Se dice que el espacio comprende las mismas legalidades que el océano en la Tierra: puede ser usado por todos, pero no pertenece a nadie.
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