El hundimiento del Titanic hace 100 años es quizás el desastre más famoso y más estudiado del siglo XX. Innumerables libros y películas han examinado con gran detalle las acciones, decisiones y errores que provocaron la colisión del transatlántico contra un iceberg en la noche del 14 de abril de 1912 y su hundimiento en el transcurso de unas horas, con aproximadamente 1500 personas que perdieron la vida en las heladas aguas del Atlántico norte.
Ahora, un equipo de astrónomos de la Universidad Estatal de Texas (EE UU) ha utilizado técnicas detectivescas celestes para examinar cómo un raro suceso lunar pudo contribuir al desastre. Donald Olson y Russell Doescher, junto con el editor de la revista Sky&Telescope Roger Sinnott, darán a conocer sus hallazgos en el número de abril de esta publicación. Inspirados por el trabajo del oceanógrafo Fergus J. Wood, que sugirió que la cercanía de la Luna el 4 de enero de 1912 pudo causar mareas demasiado altas, los científicos han explorado cómo de pronunciado fue su efecto. Así han descubierto que en esa fecha tuvo lugar un acontecimiento único: la Luna y el Sol se alinearon de tal modo que los «tirones» gravitatorios de uno y otro se reforzaban mutuamente, un efecto denominado «marea de primavera». El perigeo de la Luna -su acercamiento máximo a la Tierra- fue el más cercano en 1400 años, y se produjo a menos de 6 minutos de una Luna llena. A esto hay que sumarle que el perihelio de la Tierra -máximo acercamiento al Sol- había sucedido el día anterior. En términos astronómicos, las probabilidades de que todas estas variables coincidieran son bastante remotas.
Según el grupo de investigadores, para que los icebergs que se desprendieron ese año en Groenlandia -que podrían haber sido bastante más numerosos por el citado fenómeno del 4 de enero- alcanzaran la zona por la que navegaba el Titanic en la fecha se produjo el choque, tenían que haberse desplazado más rápido de lo habitual. Normalmente, los icebergs se quedan atascados en las aguas poco profundas de las costas de Labrador y Newfoundland, y no pueden seguir viaje hacia el sur hasta que se han derretido lo suficiente para reflotar, o bien una marea bastante alta les libera. Pero la marea inusualmente elevada de enero de 1912 habría liberado muchos de estos icebergs, que se desplazarían hacia el sur movidos por las corrientes oceánicas, encontrándose en primavera de bruces con el transatlántico.
Fuente: Muy interesante