Estados Unidos cree tener evidencia del uso de armas químicas en el conflicto civil en Siria, basado en las evaluaciones hechas por sus servicios de inteligencia y secundado por los gobiernos de Reino Unido, Francia e Israel.
Aunque Washington manifiesta cierta ambigüedad con respecto a la evidencia, es la primera vez, desde el inicio de ese conflicto en 2011, que el gobierno de EE UU se ha referido a las pruebas que el régimen de Bashar al Asad utilizó pequeñas cantidades del gas sarín contra su pueblo.
Tanto el Pentágono como los legisladores, quienes recibieron el jueves el comunicado de la Casa Blanca al respecto, describieron la situación de seria e intolerable. El propio presidente, Barack Obama, ha declarado en ocasiones anteriores que eso representaría cruzar la «línea roja», algo que haría cambiar radicalmente la postura militar de EE UU en torno a ese conflicto.
El gobierno de Obama actúa con cautela. Quiere corroborar con absoluta seguridad la evidencia, pero el presidente se puede ver ahora obligado a emprender una intervención militar que, en realidad, no quiere ni necesita. Pero si no lo hace corre el riesgo de perder credibilidad por no cumplir sus amenazas.
Niveles de certidumbre
Este jueves, la Casa Blanca envió una carta al Congreso en respuesta a las preguntas formuladas, el día anterior, por un grupo de senadores sobre el uso de armas químicas por el régimen sirio o elementos asociados con éste.
Según un portavoz de la Casa Blanca, el comunicado expresa que, con «niveles varios de certidumbre», las agencias de inteligencia estadounidenses creen que el gobierno de Siria utilizó una cantidad pequeña del agente químico sarín.
La evidencia se evaluó parcialmente en base de muestras fisiológicas tomadas de supuestas víctimas, no obstante, no pueden confirmar cómo ocurrió el contacto con el químico ni bajo qué condiciones.
Lo significativo es que Obama ha trazado una clara «línea roja» contra el uso de armas químicas o su transferencia a grupos extremistas y reiterado que tal acción sería inaceptable para Estados Unidos como lo debería ser para la comunidad internacional.
Precisamente por la gravedad de la situación, EE UU exhortará a una investigación y evaluación más profunda de toda la evidencia por parte de sus agencias de inteligencia y de Naciones Unidas para corroborar absolutamente los hechos, añadió el portavoz en Washington.
Reino Unido, Francia e Israel sostienen que las pruebas del uso de esas armas prohibidas son definitivas pero varios analistas las consideran todavía muy ambiguas.
Presión interna y externa
Phyllis Bennis, experta en Medio Oriente y la relación de EE UU con esa región del Instituto de Estudios Políticos en Washington (IPS, por sus siglas en inglés), explicó a BBC Mundo que, en un ambiente de guerra civil, es muy difícil saber con certidumbre qué pasó y quién es responsable.
«Ha habido acusaciones mutuas tanto del régimen como de los rebeldes sobre el uso de químicos. También hay que tener en cuenta la lógica de las fuentes que se utilizan para obtener la evidencia», declaró la experta.
«Reino Unido y Francia están exhortando a una mayor intervención y esto podría apoyar su causa. Lo mismo podría decirse de Qatar, Arabia Saudita y Turquía. Todos tienen sus razones para que Estados Unidos se involucre militarmente».
Para Bennis una intervención militar sería ilegal pues la autorización de una guerra sólo puede estar sustentada en una amenaza contra la seguridad nacional.
Además, no podría haber un momento más inoportuno para EE UU. Por un lado está terminando dos costosas guerras en Irak y Afganistán y por la otra la crisis económica ha puesto los recortes al presupuesto militar como una de los puntos clave en la agenda del gobierno.
De todas maneras, los legisladores que exigieron una respuesta de la Casa Blanca sobre su evaluación de la guerra civil en Siria están alarmados con la evidencia presentada este jueves.
La senadora demócrata Diane Feinstein, directora del Comité de Inteligencia del Senado, declaró en un comunicado su preocupación.
«Está claro que ‘líneas rojas’ se han cruzado y que se debe tomar acción para evitar un uso (de armas químicas) a mayor escala».
La senadora advirtió que el líder sirio podría verse en una situación en la que no tiene nada que perder y arreciaría el conflicto. «Está claro que Asad tiene que irse», postuló.
Su colega republicano John McCain coincidió con recomendar que se tome acción y recordó que Obama dijo que si Bashar al Asad utilizaba armas químicas, sería el factor que cambiaría el «curso del juego».
Flexibilidad
A pesar de las presiones nacionales e internacionales y de la postura de no permitir a Siria cruzar la declarada línea roja, hay otras razones para que el presidente actúe con más cautela.
«Está claro que Barack Obama no quiere intervenir en Siria pero, si no actúa, tendría un problema de credibilidad», le dijo a la BBC Richard Weitz, director del Centro de Análisis Político-Militar del Instituto Hudson, en Washington.
«Hay suficiente ambigüedad en los informe de inteligencia para que haya dudas. Hay algunos químicos que no son ilegales. El propio Estados Unidos utiliza ciertos agentes químicos en combate de los que quedan residuos o se pudo haber perforado un contenedor cercano por accidente», señaló.
«Lo que van a tener que hacer es examinar cuidadosamente la evidencia forense y analizar las comunicaciones interceptadas para asegurarse», dijo el doctor Weitz. «La razón de esta cautela es porque le da al presidente la flexibilidad política que necesita».
Normalmente, los países respetan las declaradas «líneas rojas», indicó el experto del Hudson. «Durante la Guerra Fría entre EE UU y la Unión Soviética cada quién se quedaba en su lugar. Moscú respetaba la doctrina Monroe y no incursionaba en América Latina. Washington hacía lo propio cuando la URSS decidía invadir a un vecino como Checoslovaquia».
El problema, manifestó el analista, es que el mundo ha cambiado y los llamados «Estados fallidos», como Corea del Norte, Irán o Siria no respetan esas líneas. «Pueden ver en EE UU un tigre de papel que no quiere actuar por el temor de que algo peor suceda».
La noción de crear líneas rojas solía funcionar como una advertencia, pero ahora también puede encajonar a quien las traza.
Estados Unidos ha dibujado esas líneas en torno a las acciones de los gobiernos de algunos países que siempre quieren ver hasta qué punto las pueden cruzar.
«Es una estrategia que habrá que repensar, porque hay quienes están dispuestos a cruzar las líneas mientras Estados Unidos no esté dispuesto a cumplir con sus amenazas», concluyó Richard Weitz.
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