La ignorancia que refleja decir que Donald Trump es igual a Hitler

La ignorancia que refleja decir que Donald Trump es igual a Hitler

“Podría estar en medio de la Quinta Avenida, disparar a alguien y no perdería a ningún votante”. Donald Trump

 

 

Parecía un mal chiste cuando anunció sus intenciones presidenciales. Luego se convirtió en espectáculo rodeado de discursos de odio y segregación. Con las primeras elecciones en Iowa, y su primera derrota, parecía que sería una anécdota más de la carrera presidencial, pero tras sus victorias en New Hampshire, Carolina del Sur, Nevada y Alabama, el chiste dejó de ser gracioso. Hasta el día de hoy, 14 de marzo, Trump aventaja a Cruz con 100 delegados republicanos en la mira de los más de mil doscientos necesarios para obtener la candidatura. Y mientras Clinton y Sanders pelean férreamente el banderín democrático, la atención del mundo se centra en el poder de convocatoria de uno de los hombres más ricos de Estados Unidos.

 

 

Sin importar las fronteras, la distancia o la irrelevancia política de los entrevistados, Trump está en cada noticiero, declaraciones de mandatarios extranjeros, memes, videos, canciones y tuits respecto a las elecciones. En el caso mexicano, Calderón y Fox no han desaprovechado la oportunidad para regresar del olvido político y comentar al respecto. Cientos de blogs, revistas y medios apelan al tema, pero muchas veces cometen el gran error de compararlo con Hitler ¿Por qué? No porque sus discursos de odio no sean similares o, como lo argumenta el sitio Cracked, el ascenso al poder de ambos guarde algunas similitudes en función de contextos económicos, sociales y políticos, sino porque se simplifica la crítica.

 

 

Trump y Hitler

 

 

Sin importar en los contra-argumentos a sus propuestas, sin detenerse a criticar lo imposible de sus proyectos o simplemente, de la eventual incapacidad política que podría tener, la manera, aparentemente más sencilla, de detener el ascenso y nominación republicana de Trump es proyectarlo como el siguiente Adolf Hitler ¿Por qué? Porque se apela a la figura del mal evocada por el hombre responsable de la destrucción europea de mediados del siglo pasado; porque se quiere reflejar el constructo social relacionado con Hitler en función de los argumentos del Holocausto; porque se requiere una figura mundialmente conocida para comprender el “peligro” del multimillonario en el poder. Es sencillo: encontrar un ejemplo negativo, realizar comparaciones y lograr que la conciencia colectiva haga el resto, como denigrar a un candidato de izquierda relacionándolo con Chávez ¿te suena México?

 

 

Comparar a Trump con Hitler nos remite invariablemente a la “Ley Godwin”, propuesta en 1990 en los foros de noticias de Uneset: “A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación en la que se mencione a Hitler o a los nazis tiende a uno”. Bajo ese enunciado, el foro podía cerrar cualquier discusión y adjudicar la derrota a quien hubiera usado el argumento pues se estipuló que “el tema se habría desviado lo suficiente del asunto original, por lo que el hilo conductor y las ideas desarrolladas se distorsionan”. Incluso lo dicho por Godwin se amplió para criticar el uso de tales referencias como tácticas argumentativas fuera del contexto de la Segunda Guerra Mundial.

 

 

“La ley pretende evitar un abuso conversacional, porque muchas veces se les menciona [a Hitler y a los nazis] simplemente para evocar el mal, y una posible confrontación objetiva de hechos se convierte en una discusión subjetiva sobre el bien y el mal”.

 

 

Trump candidato 

 

 

Así, en el mundo real, y siguiendo este precepto, pareciera que la opinión pública se quedó sin argumentos para criticar a Trump y cayó en la salida fácil de apoyarse en Hitler para minar su presencia. Discursos de odio… como Hitler; amenazas a la comunidad internacional… como Hitler; diáspora de migrantes… como Hitler. Aunque la Ley de Godwin establece que la conversación termina al apelar a los nazis, podemos retomar lo dicho por Javier Cercas en “El País“, pues “el punto no es dejar de hablar de Hitler, de los nazis y el peligro de caer como sociedad en esos errores, pues la discusión no termina al mencionar a Hitler. La discusión empieza ahí”. Pero entonces, encontremos los argumentos suficientes para criticar la propuesta política y económica de un candidato que se perfila a dominar la escena mundial en un futuro, desvelemos por qué es un peligro que Trump dirija Estados Unidos como lo hiciera Hitler en Alemania.

 

 

“Me los cargaría a palos [en referencia al Estado Islámico]. Simplemente bombardearía a esos cabrones. Así es. Haría volar por los aires sus tuberías de petróleo. No quedaría nada”.

 

 

candidato donald trump hitler

 

 

Superemos entonces los memes, al primo de nuestro copete, las comparaciones, las parodias de por qué Hitler odia ser comparado con Trump y los tests para adivinar quién dijo qué frase. Descifremos al millonario que pasó de la broma a la acción, que con un discurso que segrega, es capaz de unir, que no necesita prometer paraísos ni oasis para ganarse a las minorías pues parece que el gran nacionalismo estadounidense quiere despertar. Comprendamos por qué el odio y el hartazgo están ganando votos para quien en un futuro podría ser capaz de liderar un país que en su ignorancia se presenta como una bomba de tiempo. Sí, porque las protestas afroamericanas y los tiroteos universitarios son pequeñas muestras de un país que en contraste con el desarrollo económico y militar, también presenta sensibles fracturas sociales. Y recordemos lo que sucede cuando alguien es capaz de unir las cuarteaduras con cinta adhesiva.

 

culturacolectiva.com

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