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La guía de MOS

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La guía de MOS

 

Se cumplieron ayer 116 años del natalicio de Miguel Otero Silva, que en 1943, junto con su padre, Henrique Otero Vizcarrondo, puso a rodar El Nacional, diario que desde sus primeros días abrazó la democracia que el país buscaba con afán desde la muerte en diciembre de 1935 del dictador Juan Vicente Gómez, tras casi tres décadas en el poder.

Periodista y escritor, poeta y humorista, MOS, que era su seña de identidad en este diario, integró la Generación del 28 como parte del grupo de estudiantes universitarios —Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Raúl Leoni, Andrés Eloy Blanco, entre otros—  que convirtieron la celebración de la Semana del Estudiante, en febrero de 1928, en una protesta contra la férrea dictadura gomecista. El compromiso político sería una constante en la vida de Otero Silva hasta su muerte en agosto de 1985, cuando ya se asomaban los primeros síntomas de deterioro de la democracia venezolana alcanzada en 1958.

Otero Silva padeció el exilio tanto con Gómez como con su sucesor Eleazar López Contreras, con éste por su afiliación al Partido Comunista de Venezuela desde principios de la primera década del siglo pasado. Pero no era un hombre de disciplinas partidistas y en 1951, sin abdicar de sus ideas de avanzada, deja las filas del PCV. Las décadas siguientes serán las de su mayor y mejor creación literaria con Casas Muertas (1955), Oficina No.1 (1961), La muerte de Honorio (1963), Cuando quiero llorar no lloro (1970), Lope de Aguirre, príncipe de la libertad (1979) y La piedra que era Cristo (1985).

A la par, El Nacional se convierte en la primera referencia del periodismo escrito en el país, y uno de los diarios más prestigiosos de América Latina, por su apertura de ideas, la pluralidad política como signo inconfundible, y la factura profesional de periodismo crítico, riguroso y creativo, que sentó escuela en cómo producir y presentar la información.

Separado de la dirección del diario a principios de los años sesenta, por un boicot comercial con tintes políticos, MOS siguió siendo el faro de El Nacional, en favor de la causa democrática y el progreso del país, exaltando a los hombres y mujeres que dejaron su impronta en la construcción de la sociedad que fuimos, sin dudas imperfecta pero en la que era posible ejercer el periodismo, y la política, con libertad, responsabilidad y cuestionamiento de los poderes en ejercicio.

En este aniversario de Miguel Otero Silva, El Nacional, quizás su obra mayor, reitera su indeclinable convicción en la recuperación democrática del país, en el respeto a la soberanía popular mancillada el 28 de julio pasado, en el regreso de los millones de exiliados venezolanos hoy regados por el mundo y en la reconstrucción de nuestra sociedad sobre bases de convivencia política que permitan el progreso y bienestar de todos los venezolanos sin distingo alguno.

 

 

 

Editorial de El Nacional

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