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La guerra de Madurito

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La guerra de Madurito

Cuando el mundo occidental daba a conocer su rechazo por la vía diplomática a cualquier intento de invasión militar a Venezuela, lo cual es lo lógico porque, a estas alturas, nadie puede ser tan torpe para repetir en América Latina los errores que todavía hacen sangrar la historia.

 

 

 

Las amenazas del presidente Trump contra la dictadura de Maduro caen como agua fresca para un sediento en el momento preciso en que el gobierno atraviesa su desierto y camina en soledad o, en todo caso, acompañado por los cuatro gatos del ALBA, y por sus acreedores rusos y chinos.

 

 

 

Pero la historia es una navaja afilada que corta la memoria en finas hojas que deben recorrerse con habilidad y buen juicio. Venezuela, nunca ha apoyado una invasión a algún país y mucho menos a Cuba porque sólo los pueblos deben luchar por su libertad.

 

 

 

Otra cosa es apoyar las luchas por la libertad. Los venezolanos estamos totalmente de acuerdo que la solidaridad y la lucha por la libertad y la democracia deben nacer del propio pueblo que sufre la opresión y no endeudar nunca la libertad con la complicidad de agentes de afuera.

 

 

 

Hoy luchamos solos y recibimos el apoyo diplomático de gobiernos que entienden el desafío democrático que vivimos. Simón Bolívar nos enseñó, en su perenne peregrinar por conseguir recursos y apoyos de otros países, a recibir ayuda sin comprometer los valores de la patria. Hoy ocurre lo contrario, se exhibe un antiimperialismo estruendoso pero a la vez se llama desde Miraflores a la Casa Blanca y, para mayor vergüenza, Trump no le atiende el teléfono a Maduro. Ridículo total e innecesario.

 

 

 

Estados Unidos pudo haber llegado a nuestros puertos y amenazar a los gobiernos de la época pero jamás se atrevió a establecer una cabeza de playa, conquistar una región y hacerse de ella. Se nota que conocen nuestra valentía, nuestro coraje y nuestro espíritu guerrero. Lamentablemente muchos de los jefes maduristas desconocen, o fingen desconocer, que quienes nos han invadido en los últimos tiempos no han sido norteamericanos sino cubanos entrenados para matar venezolanos.

 

 

 

No estamos hablando de hoy, ni de cuando el difunto viajó a Cuba como presidente electo y acordó reforzar las relaciones con Fidel Castro en términos humillantes. Ya las Fuerzas Armadas habían derrotado a la insurgencia que desembarcó en Machurucuto, y los cubanos sufrido bajas estimables. Pero los soldados venezolanos pusieron en fuga al general Ochoa, quien sería años después el héroe de la victoria cubana en Angola.

 

 

 

Los venezolanos debemos entender que las locuras del dictador Maduro nos han llevado a una situación límite, innecesaria y estúpida. Aquí nadie establecerá presencia militar porque los venezolanos nunca lo hemos permitido. Otra cosa es que quieran utilizar esta balandronada de Trump para amortiguar su caída. Así actúan los dictadores, acuérdense de la guerra de Las Malvinas.

 

 

 

Lo doloroso es que estamos en manos de imbéciles, de niñitos de la revolución como Nicolás Maduro Guerra, hijo del dictador, que salen a decir que Venezuela respondería con «fusiles en Nueva York y tomaría la Casa Blanca en caso de una invasión militar estadounidense. Vietnam se quedaría pequeño». ¿Lloramos o reímos?

 

 

Editorial de El Nacional

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