La gente de Berlusconi no se rinde y dice que hay peligro de “guerra civil”

La gente de Berlusconi no se rinde y dice que hay peligro de “guerra civil”

Nada parece detener a la derecha italiana en su empeño de evitar que Silvio Berlusconi cumpla su condena a cuatro años de prisión por fraude fiscal. Abiertamente, sin la menor consideración por las formas institucionales, las mayores espadas del Partido de la Libertad (PdL) se saltaron ayer el límite de las amenazas con la caída del gobierno, que lanzaron el viernes. Ahora ya afirman que la condena de su jefe abre las puertas a una virtual “guerra civil” y hasta atacan sibilinamente al presidente de la República, Giorgio Napolitano, una referencia nacional respetada por todos los sectores del país.

 

Naturalmente, el estallido de una guerra interna por la primera condena inapelable que afecta a Berlusconi tras 20 años de reinado político es un verdadero disparate. Nadie cree que eso sea posible. Pero lo que cuenta aquí es el hecho de que se apele a ese argumento, clara evidencia del nerviosismo que existe en el sector.

 

El más duro de los parlamentarios fue Sandro Bondi, coordinador de todo el partido de Berlusconi: “O la política encuentra soluciones… para permitir la actividad política del líder del mayor partido italiano, o el país corre el riesgo de una forma de guerra civil con salidas imprevisibles para todos”, dijo.

 

Lo de Bondi fue de hecho una amenaza al Estado, a la que Napolitano –como máxima autoridad de la república– no tardó en responder: “Se trata de declaraciones irresponsables”, dijeron voceros del Quirinale, sede de la Presidencia.

 

Que Napolitano haya salido al cruce de la declaración, aunque sea a través de sus voceros, es revelador del tenso clima reinante y del tamaño de su indignación: los que conocen la política italiana saben que rara vez desciende al debate en estos términos.

 

Otros parlamentarios del PdL fueron más moderados que Bondi, aunque el reclamo que se le hace a Napolitano es siempre el mismo: la concesión de un indulto (medida de clemencia que sólo el Presidente puede otorgar) que “salve” a Berlusconi de cumplir con la sentencia que le aplicó el jueves el máximo tribunal judicial del país por fraude fiscal (en torno de unos 7 millones de euros) cometido por Mediaset –el centro de su emporio mediático– en la compra y venta de derechos de televisión. Hasta ahora, il Cavaliere había logrado zafar en muchas causas por corrupción y otros delitos por prescripción o por apelación. Pero ésta es la primera vez que lo toca una condena inapelable a cuatro años de prisión, que se reducen a uno por una ley de indultos previa. Como tiene 76 años, deberá estar arrestado en su casa sin visitas ni llamadas telefónicas. Además, se le quitó su pasaporte y perderá su título de caballero. Asimismo, en setiembre se resolverá por cuánto tiempo se le prohíbe actuar en política. Lo más probable es que sean tres años.

 

Nunca como ahora tantas humillaciones para el hombre más poderoso del país, que perdió su batalla judicial. Eso explica en buena medida el nerviosismo.

 

Ahora bien, si la derecha cumple su amenaza y se retira del gobierno que integra en una alianza con la centroizquierda del Partido Democrático (PD), entonces –en este clima incandescente– Italia se enfrenta al fantasma de las elecciones anticipadas. Es que el choque frontal entre los berlusconianos y la sinistra liderada por el premier Enrico Letta podría terminar hundiendo al Ejecutivo de coalición. Para echar agua al incendio que imagina en el horizonte, el mismo Letta salió ayer en defensa de Napolitano, al reclamar a la derecha que evite atacar y “chantajear” al Presidente. Berlusconi, a su turno, anunció que hoy sacará a su gente en una marcha en Roma para agudizar la presión.

 

El hombre clave de la delicada situación es otra vez el comunista Napolitano, de 88 años, a quien muchos llaman “Rey Giorgio” por el equilibrio que mantiene en el inestable sistema político italiano. El jefe del Estado intentará encontrar una salida, aunque es muy difícil que conceda el perdón a Berlusconi exigido a gritos por su partido. El objetivo del anciano líder es evitar el derrumbe del gobierno, que él ayudó a construir. Ayer, regresó de unas vacaciones en los Alpes. Le espera un agosto de mucho trabajo.

 

Fuente: http://www.clarin.com/

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