No bastó que los medios televisivos del gobierno inventaran un espejismo. “Esta es la generación de oro”, no se cansaban de decir como loros los narradores y comentaristas, mientras que en los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 las preseas doradas se esfumaban en el aire de la derrota.
También llegó el momento de las justificaciones. El atleta de pista y campo Marvin Blanco, abanderado de Venezuela, reconoció luego de ser descalificado en la prueba de los 3.000 metros con obstáculos que había llegado a los juegos con una lesión que “tiene bastante tiempo”.
Por si fuera poco, el nadador Albert Subirats, tras quedar cuarto en los 100 metros mariposa, modalidad en la que había ganado la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, dijo al salir de la pileta: “El cuerpo no me da para más”.
Los pronósticos del Ministerio del Deporte y del Comité Olímpico Venezolano eran de 20 medallas de oro. Sin embargo, el cuadro final reflejó el estancamiento en que se encuentra el deporte nacional. Solo se consiguieron 8 primeros lugares, contra 27 oros de Colombia, país que hasta hace poco era la víctima de Venezuela.
La mejor figuración del país en este tipo de justas fue en 1983, cuando finalizó en el quinto puesto. De allí en adelante terminó octavo en Winnipeg 1999, con 7 doradas, sexto en Santo Domingo 2003 con 16 metales dorados, séptimo en Río de Janeiro 2007 con 12, octavo en Guadalajara 2011 con 11 y repitió el octavo lugar en Toronto 2015 con 8.
Pedro Infante, ministro del Deporte (¿?), reconoció el estancamiento. “Nadie puede estar satisfecho porque teníamos expectativas mayores”, admitió este pajarito y luego añadió: “Tenemos que planificar y concentrar bien los esfuerzos. Trabajar no para un evento deportivo inmediato, sino pensar a largo plazo, en dos o tres ciclos olímpicos”. ¡Se le secó el cerebro!
Al parecer, comenzó la movida de mata en el deporte porque se conoció que fueron suspendidos todos los torneos clasificatorios para los Juegos Deportivos Nacionales que se realizarán en diciembre en el estado Sucre, con la supuesta intención de hacer un balance de todas las disciplinas.
Vale la pena rescatar el buen trabajo de federaciones como las de pesas y lucha que cumplieron su plan de trabajo y que a pesar de asistir con selecciones renovadas, obtuvieron notables victorias que no estaban en los cálculos de la dirigencia.
Sin embargo, creemos que el trabajo debe comenzar con la masificación del deporte; regresar a los juegos interescuelas, los interliceístas, con un grupo de monitores que sean capaces de evaluar y captar jóvenes para que sean la generación de relevo de la alta competencia.
Por lo pronto, así como felicitamos a los ganadores de medallas en los Panamericanos de Toronto, también debemos señalar que debe hacerse una revisión a fondo para que en las próximas citas la colocación del país en el medallero final sea lo que la afición espera, es decir, una rotunda lucha por los puestos de vanguardia.
Editorial de El Nacional