María Estela Martínez, conocida como «Isabelita», presidió Argentina (1974-1976). (Foto Cortesía La Nación)
María Estela Martínez, la primera mujer que presidió Argentina (1974-1976), viuda del también expresidente Juan Domingo Perón (1946-1955 y 1973-1974) y conocida popularmente como Isabelita Perón, cumple este jueves 90 años sin romper el bajo perfil que mantiene desde hace décadas en su residencia en Madrid.
La exjefa de Estado, que fue también la primera mujer en llegar a presidente en el mundo, fue derrocada por el golpe de Estado de 1976, se estableció en España al ser puesta en libertad en 1981 tras cinco años de arresto militar y no visita su país natal desde 1994.
Aún hoy, su figura genera una fuerte controversia en Argentina por su presunta responsabilidad en crímenes de lesa humanidad en la convulsa década de 1970, algo que volvió a quedar patente en los mensajes escritos hoy por usuarios de Twitter, donde la etiqueta “Isabel Perón” fue una de las más comentadas del día, con encendidas críticas por un lado y apoyos por otro.
DE LA MANO DE PERÓN
Martínez, que adoptó el nombre artístico de Isabel en sus inicios como bailarina a comienzos de los años 50, accedió a la Presidencia el 1 de julio de 1974, cuando Perón, quien había iniciado su tercer mandato apenas nueve meses antes, falleció a los 78 años.
Isabelita había acompañado a su marido en las elecciones de 1973, las primeras a las que Perón, que ya había presidido el país entre 1946 y 1955, se pudo presentar tras su exilio de casi dos décadas, y que acabó ganando, por lo que le correspondía a ella, como vicepresidenta, asumir el poder una vez muerto el general.
El ascenso de Isabel, quien había conocido al general durante su exilio y no contaba con estudios superiores, llegó en uno de los más violentos periodos de la historia argentina, cuando el accionar de los grupos guerrilleros Montoneros, facción izquierdista del peronismo, y del trotskista Ejército Revolucionario del Pueblo se encontraba en pleno apogeo.
A esta situación se sumaba una descontrolada economía y las cada vez mayores divisiones entre las facciones más izquierdistas y las más conservadoras del peronismo.
UN CONVULSO MANDATO
Sus menos de dos años en el poder, que culminaron con su detención el 24 de marzo de 1976 tras el último golpe de estado, han sido objeto de investigación penal por su supuesta responsabilidad en crímenes de lesa humanidad cometidos por el Ejército y la banda parapolicial ultraderechista “Alianza Anticomunista Argentina”, la Triple A, cuya creación se atribuye a quien fuera su secretario personal y ministro de Bienestar Social, José López Rega.
En septiembre de 2017, la Justicia condenó a diez represores, seis de ellos a cadena perpetua, por delitos cometidos en el marco del Operativo Independencia contra grupos izquierdistas en la norteña provincia de Tucumán en 1975 y 1976, periodo, durante la Presidencia de Isabel, que marcó el inicio del terrorismo de Estado en la antesala de la última y más feroz dictadura que ha vivido el país.
En esa causa se llegó a pedir la comparecencia judicial de la expresidenta, pero el pedido de extradición desde España fue rechazado en distintas instancias.
En 2007 llegó a ser detenida y después puesta en libertad provisional en virtud de la primera solicitud de extradición que cursó Argentina por su presunta relación con la detención ilegal y torturas de dos jóvenes.
Días después se libró una segunda orden contra ella en Argentina por su supuesta responsabilidad en los crímenes de la Triple A, dedicada a la desaparición forzada de personas.
Ambas causas fueron rechazadas por la Audiencia Nacional española, que consideró que no se habían aportado pruebas suficientes para determinar que Martínez hubiera tenido una participación concreta.
UN SILENCIO DE DÉCADAS
Isabelita viajó a Argentina por última vez en 1994, invitada por el entonces presidente, el peronista Carlos Menem (1989-1999) y tras haber regresado en diversas ocasiones en la década anterior, cuando se reunió con el radical Raúl Alfonsín (1983-1989).
Sin ninguna influencia política y recluida en su domicilio cercano a Madrid, no concede entrevistas y su última participación -a la distancia- en un acto público se produjo en noviembre pasado, cuando la Confederación General del Trabajo de Argentina (CGT), principal central gremial del país, celebró un homenaje a su figura.
“Yo quiero que mi sobrina hable en mi nombre en la CGT. Tienen que hacer de cuenta que estoy yo ahí”, se oyó decir en un audio telefónico a la viuda de Perón, cuyo nombre forma parte de la historia pero permanece casi en el ostracismo dentro del movimiento fundado por su esposo. EFE