Nuestro país es uno de los más democráticos, 13 elecciones y 5 referéndums desde la llegada de la revolución, así lo expresan continuamente los líderes del “chavismo”, puede ser Maduro, Cabello, o cualquier ministro.
A ciencia cierta es muy lógico pensar que en una democracia con “votaciones libres, universales, directas y secretas” entre más elecciones existan, mayor será la participación de los ciudadanos y ciudadanas en el juego democrático.
Resalta que de los 18 procesos electorales la mayoría han sido ganados por el chavismo, que únicamente se ha visto debilitado en un referéndum aprobatorio y en los últimos dos procesos: las regionales del 2012 y las presidenciales de 2013. Y hago referencia a estas dos porque desde las últimas elecciones presidenciales donde participó el ex presidente Chávez (2012), la campaña electoral no ha cedido ni un milímetro de terreno.
La eterna campaña opositora
Como “gobernador ausente de Miranda” tildan los chavistas a Henrique Capriles, una afirmación que no escapa del todo a la realidad. El hecho concreto es que desde el año pasado cuando el entonces presidente Chávez tuvo una recaída en su enfermedad, Capriles y su equipo de trabajo comenzaron con “la campaña” pensando en unas claras elecciones que se veían venir.
Muchos opositores venezolanos y de otros puntos del mundo seguirán pensando lo necesario que era en ese entonces que el candidato de la oposición se pusiera en campaña, estado por estado, con mítines y actos, pero en la democracia planteada en mi país y en las normativas eso es “ilegal”. La campaña se debe hacer cercana a un proceso electoral y sus fechas son establecidas por el órgano rector.
Henrique Capriles sigue recorriendo el país, esta vez animando a la gente a votar por la Mesa de la Unidad en las próximas elecciones municipales que son en cuatro meses. No ha dejado ni la campaña, ni la gobernación de Miranda.
La eterna campaña oficialista (chavista)
Por su parte, los denominados “enchufados” por la oposición nos muestran una eterna campaña aún más intensa día a día ya que cualquier actividad de gestión de gobierno en algún punto de la geografía venezolana se transforma en una jornada de campaña electoral.
Todo acto, inauguración, entrega de casas, reparación de alguna estructura, entrega de vehículos, consejo de ministros, y pare usted de contar, termina en la referencia obligatoria a las venideras elecciones y el llamado a “la defensa de la revolución”.
Hay que decir que la campaña gubernamental es mucho más visible, quizás por el hecho de poseer más recursos, lo que les ofrece la oportunidad de mediatizar cada uno de estos actos políticos por muy pequeños o locales que sean: siempre habrá una cámara o un micrófono que lo amplifique.
Es así como una tragedia de cualquier índole, como por ejemplo la llegada de las lluvias, se convierte rápidamente en un hecho que será explotado electoralmente de parte y parte. Buscando votos y buscando votos. Y yo me preguntó: ¿Y el país dónde queda?
La competencia del quién lo hace mejor (o peor)
A todo lo referido anteriormente se le suma la competencia entre los seudolíderes. Cual carrera de vehículos, todos quieren llegar a la meta y obtener el trofeo. En el estado Miranda, donde gobierna Capriles, cada acto que realiza el gobierno nacional nunca olvida mencionar a su gobernador y su “mala gestión” y es que para ellos “el gobierno nacional sí da respuestas”, ¿o busca votos?
Es así como en Maracaibo, al occidente del país se reparten tanques de agua a los más desposeídos, y entonces comienza la carrera de quién reparte más, estos donativos bien pueden resolver la vida de muchas personas, pero su razón principal es la conquista de los votos.
Estos son sólo algunos ejemplos: ¿quién lo hace mejor?
A mi manera de ver las cosas ninguno de los dos lo hace bien, es decir, aunque es lógico pensar que entre más elecciones hay más democracia, no es descabellado creer que la manera correcta de hacer el trabajo del gobierno en todos sus niveles es justamente trabajando en conjunto sin ver si son chavistas o caprilistas.
Además, el trabajo de un líder social, y en este caso de un político, no es el de utilizar los recursos de todos los venezolanos para ganar la contienda electoral, sacar más votos, o lograr más alcaldías. Por el contrario, un líder social debería estar enfocado en la buena administración de los recursos del Estado para mejorar nuestra calidad de vida.
Los más beneficiados de la eterna campaña
Me ha costado tratar de analizar ¿quién de nosotros se beneficia con la campaña?, teniendo en cuenta los pañitos de agua fría y caliente que nos dan a diario nuestros políticos a manera de tanques de agua o entregas de créditos, etc. ¿Nosotros o ellos?
La respuesta la encontré en una señora que ayer me decía “el negocio en este país antes era ser militar o policía, pero ahora es ser político”, palabras sabias de una mujer venezolana que vivió la cuarta y está viviendo lo que va de la quinta república.
Y por supuesto no olvidemos a los diferentes asesores políticos internacionales que han encontrado una gran plaza de trabajo en Venezuela (que paga en petrodólares), al punto de que algunos de nosotros y nosotras llegamos a pensar que somos como ratones de laboratorio.
Es difícil no perder la esperanza cuando todo es tan mecánicamente corrupto y nosotros nos hacemos los dormidos. Es hora de dejar de ver televisión e ir a hablar con el vecino, de dejar de repetir discursos y formar uno propio.
Y de buscar una tercera, cuarta o quinta vía política, de lo contrario el río seguirá su cauce, y nuestra cabeza corrupta y escasa formación política seguirán de generación en generación y lo más grave es que los políticos seguirán en su eterna campaña política.
Fuente: Radio Nederland