La época Davalillo

Los números indican que Víctor Davalillo es la máxima estrella en los 80 años de historia de la Liga de Beisbol Profesional de Venezuela.  Fallecido  el miércoles a los 84 años de edad, su nombre brilló en la crónica deportiva a lo largo de cuatro décadas, desde finales de los años cincuenta hasta bien entrados los ochenta. Pegó más hits que nadie, en un año y en la suma de todos los muchos que jugó; pisó el home más veces que cualquier otro y formó con César Tovar una dupla ꟷun one-twoꟷ irrepetible que hizo aún más campeones a los exitosos Leones del Caracas.

 

 

Davalillo, pequeño y enjuto, fue mucho más de lo que expresan sus estadísticas, acumuladas mientras jugaba en Venezuela, México y Estados Unidos. Aunque las cifras de su desempeño fueron impresionantes, como lo refleja la  investigación realizada por Javier González y Carlos Figueroa Ruiz que juntó los datos de todas las ligas en las que el jugador zuliano participó hasta alcanzar el colosal número de 4.158 hits, casi tantos como Pete Rose en el beisbol de las Grandes Ligas.

 

 

Davalillo simbolizó en los campos de pelota una época, quizás la mejor, de Venezuela. Hecho pelotero profesional con la llegada del proceso democrático, su estampa de ídolo deportivo se prolongaría por más de dos décadas. Su inteligencia para jugar, la habilidad para alcanzar una base, o más, mezclando talento e intuición a partes iguales, y su capacidad de adaptación para desempeñarse en cualquier liga y en cualquier posición, tanto para tomar un batazo en lo profundo del campo como para  despachar bateadores desde el montículo de lanzadores, fueron sus señas de identidad.

 

 

Fue apenas el octavo venezolano en jugar en las Grandes Ligas, en un tiempo en que había menos equipos, por tanto menos oportunidades; un tiempo también donde los «latinos» tenían que superar arraigados prejuicios. Davalillo fue Guante de Oro en 1964; portada de la revista The Sporting News en 1965 tras ser el tercer mejor bateador de la Liga Americana y elegido para el Juego de las Estrellas. En 1970, jugando en la Liga Nacional, fue una sensación en su rol de bateador emergente, que exige concentración y nervios de acero para salir a batear en una situación decisiva para ganar o perder el partido.

 

 

Fue campeón de la Serie Mundial como parte de los Piratas de Pittsburgh y de los Atléticos de Oakland en la primera mitad de los años setenta y luego desapareció de las Grandes Ligas. Los Dodgers de Los Ángeles lo rescataron de la pelota mexicana, de menor nivel competitivo y fuerza económica, y contribuyó a llevar al equipo californiano a la Serie Mundial de los años 1977 y 1978,  ambas contra los Yanquis y ambas perdidas. Davalillo se mantendría hasta 1980, ya con 41 años cumplidos, en el “mejor beisbol del mundo”.

 

 

En estos días de exaltación patriótica seguramente son necesarios más hombres como Víctor Davalillo y menos héroes. Más gente esmerada en hacer bien su trabajo, y en alimentar la ilusión de que la victoria premia la dedicación y el compromiso. Davalillo, que es memoria viva, merece un homenaje en todos los campos de nuestro beisbol.

 

Editorial de El Nacional

 

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