Es algo que pocos se podrían imaginar, está aquí casi cada semana. La infanta Cristina es la directora del Área Internacional de la Fundación La Caixa y como tal tiene que estar pendiente de numerosos proyectos. Su equipo de trabajo está en Barcelona y es en esta ciudad en la que mantienen sus reuniones, tanto de alto como de bajo perfil. La hermana del rey prefiere participar de manera presencial en lugar de usar las tecnologías que le permitirían conectarse vía Skype, sin ir más lejos.
La semana pasada Cristina de Borbón estuvo en Barcelona y la semana próxima mantendrá una nueva reunión. Será con uno de los máximos responsables de Unicef España y con algún alto directivo de la Fundación La Caixa. Hablarán de un gran proyecto de vacunación a niños en países de desarrollo y la infanta quiere estar presente.
Desde La Caixa admiten que está prevista la asistencia de la infanta a la reunión pero no lo ven como algo fuera de lugar. Es más, confirman también que Cristina de Borbón desempeña su función tanto desde Ginebra como desde Barcelona. «Desde julio de 2013, la Infanta doña Cristina reside en Ginebra dónde tiene la misión de gestionar y coordinar los programas impulsados por la Obra Social «la Caixa» con las diversas agencias de las Naciones Unidas que tienen su sede en la ciudad suiza (OMS, ACNUR, UNICEF, entre otras)», señalan las citadas fuentes. «Esta labor la compatibiliza con su trabajo en las fundaciones de ámbito social y cultural del Aga Khan Development Network, ubicado en la misma ciudad».
Insisten en que su labor en Ginebra es compatible con su labor en Barcelona, sobre todo si tenemos en cuenta que desplaza la capital catalana con frecuencia. «Pese a mantener su residencia allí, doña. Cristina continúa atendiendo sus obligaciones profesionales al frente del área Internacional de la Obra Social «la Caixa» en Barcelona, lo que requiere que se desplace frecuentemente la ciudad».
En esta línea encajan las visitas que la infanta ha realizado a Barcelona recientemente. «La semana pasada estuvo allí con motivo de la apertura de una exposición sobre los Objetivos del Milenio. Y este martes, los responsables de Unicef visitarán Barcelona para mantener una reunión interna de trabajo con la Obra Social «la Caixa» en la que también podría estar presente».
Vive en Ginebra con su marido, Iñaki Urdangarin, y sus cuatro hijos, desde 2013. Su huida fue propiciada, en gran medida, por el duro aislamiento que sus hijos vivían en el colegio. Tras la imputación de Urdangarin, la infanta vio cómo su propia imputación era algo posible, como finalmente sucedió. La importante fianza que pesaba sobre Urdangarin, a quien el juez embargó las propiedades, hizo el resto. Por este motivo, decidieron desprenderse de su casa de Pedralbes y emprendieron la búsqueda de una de alquiler que les llevó a varios edificios nobles del mismo barrio. Eso sí, optaban por pisos, grandes y espaciosos, pero nada que ver con la lujosa mansión de 2.000 metros cuadrados que muchos habían bautizado como el palacete.
La intención de la pareja era rebajar su nivel de vida, afrontar los gastos judiciales y seguir como hasta la fecha. Con lo que no contaban es con que su entorno se volvería cada vez más hostil y que hasta sus hijos terminarían por sufrir ese aislamiento. Algunos han llegado a hablar de acoso escolar. Porque los niños Urdagarin de Borbón no lo pasaron bien en el colegio en sus últimos tiempos en Barcelona.
Aislamiento escolar
«Yo no sé si fue acoso escolar, pero lo que sí te puedo decir es que me dio vergüenza ver lo que sucedía». Habla una amiga de los ex duques de Palma, alguien que siempre les ha defendido y que supo de cerca de la evolución de Juan, Pablo, Miguel e Irene en el Liceo Francés. «Fue alucinante ver cómo al principio se formaban corros a su alrededor, que había cola para ser sus amigos. Todos querían que sus hijos alternasen con los nietos del rey. Y de pronto, empezó a hacerse un vacío que terminó en la más absoluta marginación. Increíble. Y claro, los niños oyen las cosas en casa y al final quienes más sufrieron fueron los pequeños. Los insultaban en el patio y no lo podían soportar. Por eso se fueron».
«Es cierto, como padre yo no lo hubiera soportado», comenta la madre de unos niños del Liceo. «Yo recuerdo ver a Iñaki en un rincón en la función de Navidad. Ese fue el último año que los niños estuvieron en el colegio. Daba cosa verlos».
Ya instalados e integrados en la vida de Ginebra, los niños Urdangarin acuden al Ecòlé International, uno de los colegios más elitistas de la ciudad. Son 30.000 euros anuales por hijo, cantidad a la que hay que sumar un puñado de gastos extras. Cierto es que en Suiza hay internados en los que esa cantidad se paga al mes, escuelas estrictas en las que los estudiantes son los hijos de algunas de las familias más poderosas del mundo. Ese no es el caso de la Ecolint, aunque sí que forma parte del círculo exclusivo de colegios escogidos por las elites internacionales.
Pocos de los alumnos de esa escuela deben tener a sus dos padres imputados en una de las mayores causas de corrupción de su país. Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón deberán sentarse en el banquillo de los acusados en el macrojuicio que se celebrará en Mallorca a partir del 11 de enero. En el ‘Caso Nóos’, también conocido como Caso Urdangarin, serán juzgadas 16 personas, la mayoría acusadas de corrupción. Sobre Urdangarin pesa una petición de condena de cárcel de 19 años y medio. Para la infanta, la petición es menor.
Fuente: El Mundo