A propósito de ser ciego
Suponemos que las infelices declaraciones del llamado “comisionado” del Estado Mayor Económico y presidente de Federación de Industrias (Fedeindustria), Miguel Pérez Abad, al justificar un “aumento” de casi 6500% en las toallas sanitarias afirmando: “Estos precios son una medida justa porque cuando tuvimos una buena renta petrolera, mucho de lo que comprábamos, estaba subsidiado. Ahora como el panorama ha cambiado nos encontramos con esta realidad (…)”; es decir, según como relata el excéntrico “comisionado” todos esos “precios”, están en el orden de lo “justo”, porque esos productos entran al país con tasa del mal llamado Sistema Marginal de Divisas (Simadi)¹.
En tal sentido, habría que preguntar a quienes defienden este gobierno como socialista ¿cómo puede una economía decir que se orienta por la justicia “social” cuando un paquete de toallas sanitarias llega a costar en ese “mercado” casi el 20% del salario mínimo vigente? ¿Cómo puede hacer una familia, quien por ejemplo, tenga dos, tres o más hijas adolescentes? ¿Tendrá que invertir esa familia hasta un salario mínimo todos los meses sólo en la compra de toallas sanitarias? Me disculpa el flamante presidente de Fedeindustria como vocero económico del gobierno, pero sus palabras demuestran que la economía del país no sólo está fuera de control sino desquiciada en su funcionamiento. ¿O dirá Pérez Abad o algún quitamotas de Maduro que la economía está “excesivamente normal”?
Que nadie se llame a engaño, Venezuela ya ni siquiera vive una inflación, es una hiperinflación, y más allá de las consideraciones “técnicas” que alegue el “representante” del gobierno y los empresarios (Abad se paga y se otorga el vuelto) sobre el nuevo precio de las toallas sanitarias, diciendo que éstas antes estaban “subsidiadas” y ahora no tendrían ese privilegio, es indudable que este individuo desconoce que en una sociedad como la nuestra, fundamentalmente importadora, productos como esos, deben ser accesibles para una población, pero al parecer el gobierno ha optado por el más perverso de los ajustes draconianos en materia económica.
Si el gobierno con una medida de este tipo pretende controlar el llamado “bachaqueo”, como desgracia de una economía paralela, es preferible que sean éstos quienes impongan los precios; pero lo que no puede aceptarse es que productos de primera necesidad en higiene y limpieza, en este caso de tipo femenino tenga precios inalcanzables.
El país sigue desangrándose a la vista ¿o ceguera? inerte de un “gobierno” que hace tiempo dejó de gobernar. El paso entre el extremo de la tolerancia social se acerca peligrosamente hasta el extremo de una rebeldía colectiva. Por ahora, la costosa (ya no sólo dolorosa) menstruación que deberán afrontar las mujeres de Venezuela, sería algo inaceptable e indignante, pero lamentablemente al parecer, algunos desean hacerla realidad en tales términos. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
Javier Antonio Vivas Santana
Fuente: Aporrea