Esta semana promete ser especialmente estresante para quienes están en cargos de altísima responsabilidad en Petróleos de Venezuela y sus filiales en el exterior. También deben cuidarse aquellos que en el pasado reciente estuvieron al frente de Pdvsa y que hoy cumplen labores diplomáticas en el exterior, en especial si su sitio de trabajo queda en Estados Unidos.
Ayer fueron detenidos seis importantes directivos de Citgo, una filial de Pdvsa cuyas operaciones se desarrollan en el propio corazón del imperio. Pero este caso nada tiene que ver con la guerra sorda que, desde hace tiempo, mantiene el gobierno de Nicolás Maduro con Donald Trump. En realidad es algo más siniestro y perverso en su esencia porque se trata, nada más y nada menos, que de una trama de corrupción que afecta a la parte ejecutiva y financiera de Citgo según lo denunció, con pelos y señales, el propio gobierno.
En un despacho de la agencia AFP se recoge una frase muy ilustradora en la cual Nicolás Maduro afirma, en el palacio presidencial de Miraflores, que va a ir a fondo: “Nada ni nadie me va a detener”. No vemos por qué alguien pueda impedir estas investigaciones que tienen que ver con la principal industria del país y proveedora de los valiosos dólares que tanta falta hacen para, al menos, zurcir parte de la enorme deuda externa que padecemos.
Ahora bien, según el tono y la dureza de Nicolás Maduro al hablar ante las cámaras de televisión, no queda duda de que le estaba hablando a un sector poderoso de su partido o de su entorno cercano. Desde la oposición nadie tiene tanto poder para impedir una investigación de tal naturaleza. De manera que estamos ante una muy posible guerra interna en el seno del poder que, próximamente, provocará más víctimas de mayor o menor altura que las seis relevantes figuras señaladas por el alto gobierno
Es preciso decir que desde la Fiscalía se señaló al presidente de Citgo, José Ángel Pereira, y cinco de sus vicepresidentes como sospechosos de actos de corrupción y que, por ello, ya habían sido aprehendidos. De manera que no se trata de un procedimiento improvisado, sino la culminación de un proceso de investigación de larga data.
El presidente de Citgo, José Ángel Pereira, y los vicepresidentes Tomeu Vadell, Alirio Zambrano, Jorge Toledo, Gustavo Cárdenas y José Luis Zambrano fueron acusados de “peculado doloso propio, concierto de funcionario público con contratista, legitimación de capitales y asociación para delinquir”.
La Fiscalía afirmó que estos funcionarios aparecían como “elementos facilitadores para la estrategia de presión internacional, tal vez, al servicio de una potencia extranjera”. Ya nos parecía extraño que en esta trama de corrupción y guerra interna no existiera la presencia de la ya famosa acusación de agente extranjero al servicio de una potencia imperialista. Como se recordará, en la mayoría de las purgas ocurridas en la Unión Soviética por orden de Stalin nunca faltaba un grupo de “traidores a la patria” que eran mandados vía exprés al paredón de fusilamiento.
Editorial de El Nacional